Frida Khalo


José R. Valencia*

La pintora mexicana Frida Khalo, quien transgredió normas sociales y luchó por la igualdad de género, también se distinguió como una militante comunista, protectora de León Trotsky y férrea crí­tica de la polí­tica exterior de Estados Unidos.


Hija de padre alemán y madre mexicana, Magdalena Carmen Frida Khalo Calderón, quien nació el 6 de julio de 1907 y murió 47 años después, compartió su militancia polí­tica con su esposo, el también pintor Diego Rivera, y otros artistas de la época.

Frida -quien en 1925 sufrió un accidente de autobús que le causó fracturas en distintas partes del cuerpo, le impidió tener un hijo y la obligó a convalecer hasta su muerte- pintó cuadros magistrales que muestran su propio sufrimiento y dejan traslucir sus ideas sociales y polí­ticas, según conocedores de su vida y obra.

«Ella reflejó con gran maestrí­a y pasión su propio estado depresivo, sus dolores, sus males de amor y sus anhelos polí­ticos y sociales», dijo a Xinhua el historiador de arte mexicano Juan Gabriel Marí­n.

La legendaria pintora se unió al Partido Comunista en 1928, aunque antes y después participó en actos polí­ticos y manifestaciones sociales, «en sintoní­a con el ambiente de efervescencia que se viví­a en esa época en México y el resto del mundo», señaló el historiador Esteban Garcí­a.

Frida también leyó libros de novelas, poemas, medicina, polí­tica, historia y guerras, según una muestra de sus documentos que se exhibe en su Casa-museo de la Delegación (distrito) de Coyoacán, en el sur de la Ciudad de México.

Portavoces de la Casa-museo dijeron a Xinhua que la pintora «leí­a todos los libros que podí­a», lo que contradice una versión de los detractores de la artista, que la describen como una pésima lectora y desconocedora de los fundamentos del comunismo.

Frida Khalo expresó su simpatí­a con los anarquistas de la Guerra Civil Española y, junto con Diego Rivera, acogió en su casa de Coyoacán a León Trotsky, a pesar de la crí­tica de los comunistas radicales que recordaban que éste habí­a desafiado al lí­der soviético José Stalin.

Trotsky vivió en la casa de Coyoacán entre 1937 y 1939, y mantuvo un romance con Frida, cuyo matrimonio con Diego Rivera se habí­a deteriorado en medio de las infidelidades y la suspicacia recí­procas,

según versiones coincidentes de los estudiosos de la vida y la obra de los artistas.

«A través de sus pinturas y su vida, Frida reclamaba realmente la igualdad entre hombres y mujeres, y protestaba con décadas de anticipación por la inequidad y la discriminación por razones de género», aseguró la socióloga Teresa Montaño.

La pintora también viajó a Estados Unidos, a veces sola y a veces en compañí­a de Diego Rivera, a pesar de su crí­tica acérrima contra la polí­tica exterior de Washington y las intervenciones de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) en América Latina.

En noviembre de 1930, cuando la pareja viajó por primera vez al paí­s vecino, el gobierno estadounidense se negaba a conceder el visado a Diego Rivera debido a su militancia comunista, aunque terminó cediendo ante las presiones de renombrados artistas norteamericanos.

Convaleciente, con un pierna amputada y hallándose en el umbral de la muerte, Frida Khalo tomó parte, el 2 de julio de 1954, en una protesta callejera en Ciudad de México contra el reciente derrocamiento por la CIA del presidente de Guatemala Jacobo Arbenz.

El entonces mandatario guatemalteco, un polí­tico y militar de corte progresista, habí­a confiscado tierras a la trasnacional United Fruit Company de Estados Unidos, y puesto en marcha otras medidas consideradas como revolucionarias, lo que lo puso en la mira de Washington.

Tras su derrocamiento en 1954, Jacobo Arbenz se fue a vivir a Cuba y luego a México, donde murió en 1971.

«Fuera gringos de Guatemala y de toda América Latina!», se le oyó decir a Frida en la manifestación del 2 de julio en la capital mexicana.

Cuando la legendaria pintora falleció, en la noche del 12 al 13 de julio de 1954, sus familiares, correligionarios y admiradores llevaron su cadáver al Palacio de Bellas Artes, en el Centro Histórico de la Ciudad de México, y cubrieron el ataúd con una bandera roja con la hoz y el martillo, desatando una descomunal controversia polí­tica.

* De la Agencia de Noticias Xinhua, de México.