Con el acento gutural y raspado que le sale de lo más profundo de su corpachón de ébano, George Weah (Monrovia, Liberia; 43 años), el único balón de oro que ha dado ífrica, el mejor futbolista del mundo de 1995, el gigante que marcó una época en el Milan e hizo grande al PSG, saluda a algunos de los colegas rossoneri con los que por la tarde disputará el Corazón Classic Match, una iniciativa de la Fundación Real Madrid que recaudó fondos llenando el Bernabéu para combatir la muerte súbita en el deporte. «Me retiré hace tiempo, pero siempre que haya una razón humanitaria, ahí estaré, porque todo el mundo debe tener la esperanza de que sus problemas tienen solución. Sin la esperanza no nos queda nada», asiente con su porte real.
Pregunta. Han tenido que pasar 18 Mundiales, 10 en Europa, 7 en América y uno en Asia, para que les llegase el turno.
Respuesta. Me siento muy dichoso de que ífrica por fin organice un evento de la trascendencia de la Copa del Mundo. Es una oportunidad que va más allá de Sudáfrica. Verlo como el éxito de un país sería un error. El Mundial traspasa fronteras, es un motivo de orgullo para todos los africanos, da igual la nación o la religión. Es un éxito de toda la comunidad, que debería servir para impulsar a los ciudadanos del continente para mejorar su presente y mirar con ilusión el futuro. Me da igual que sea en Sudáfrica o en donde sea, me considero un panafricano. Por eso debemos estar orgullosos de que nos haya llegado la hora, después de todos los Mundiales que han celebrado América y Europa. En 2002 le llegó el turno a Asia. Ya nos tocaba. Será nuestra primera vez… Ojalá que no sea la última.
P. Usted ganó un sinfín de títulos y fue un delantero fuera de lo común, pero nunca disputó el torneo más importante para cualquier futbolista.
R. Mi país nunca se clasificó. Por eso no jugué, pero así son las cosas. Nunca nos hemos clasificado para un Mundial, aunque en 2002 casi lo logramos. Fue una lástima, porque nos quedamos a un solo punto de ir a Corea y Japón, segundos en un grupo en el que también estaban Ghana y Nigeria, que fue la mejor. Pero jugamos la Copa de ífrica de 1996, la primera vez que se conseguía y un año después de que me premiaran con el Balón de Oro. Fue todo un éxito, aunque no pasamos de la primera fase. Lo mismo nos pasó en la edición de 2002. ¿Pero para qué lamentarse? No sirve de nada, y mi carrera profesional está ahí. Ya le pasó a George Best con Irlanda del Norte, a Ryan Giggs con Gales… Mi ejemplo y el de ellos demuestra que en el fútbol, por más que se hable de las individualidades, sin tus compañeros no eres nada. Lo importante es que Liberia sea estable, sin las guerras que nos han destrozado.
P. ¿De quién guarda mejor recuerdo de su etapa en el campo?
R. De Arsí¨ne Wenger. Tuve el honor de me fichara para el Mónaco, en 1988. Hizo de mí el futbolista que fui. Se fijó en mí cuando estaba en el Tonnerre de Yaoundé, donde había jugado Roger Milla, y comprendió mis orígenes africanos y los respetó. Me enseñó a competir en Europa, pero siempre me dio la libertad para hacer mi fútbol. Con él crecí y crecí, y eso me permitió ir luego al PSG, con Ginola, al Milan con Baggio, con Simone…
P. De todos los goles que transformó, ¿con cuál se queda?
R. Uno muy hermoso que le hice al Verona. Me recorrí todo San Siro, después de recuperar el balón en el área, tras un saque de esquina. Fue el gol perfecto, porque tuve que ser rápido, técnico y preciso.
P. Los analistas coinciden en que buena parte del futuro del fútbol pasa por ífrica.
R. Nuestras selecciones han mejorado muchísimo en los últimos 30 años. Túnez fue la primera que ganó un partido en un Mundial, en Argentina 1978. Ese partido es más importante de lo que podría parecer, porque hasta entonces los Mundiales solo reservaban una plaza para todos los candidatos de ífrica. ¡Solo una! Cuatro años después, en España, se amplió a dos participantes, y así poco a poco… En Sudáfrica, 6 de los 32 equipos serán africanos. Ya no somos unos novatos, cada vez somos más experimentados, aunque los equipos de Europa o Sudamérica nos ganan porque son más disciplinados. Bueno, cada vez formamos a más y más jugadores que destacan por su físico y capacidad de sacrificio. Es algo innato del lugar en que hemos nacido, pero el nivel técnico está aumentando. En cuanto seamos mejores alumnos, cuidado.
P. ¿Les pierde la pasión?
R. El fútbol es un sentimiento y ífrica lo lleva en el corazón. No se puede transmitir en una hoja de papel lo que significa. No hay que perderlo, pero antes nos faltaba lo demás. No había una continuidad. Te quedas con la actuación de Camerún, que llegó a cuartos en Italia 1990, y ya está. No digo que fue por casualidad, en absoluto, es el ejemplo que sirvió para demostrar que podíamos llegar más lejos de lo que muchos, incluso entre nosotros, pensaban. Desde entonces se han hecho muchísimos progresos.
P. ¿A qué se dedica en la actualidad?
R. Me va bien en la vida, no me puedo quejar. Actualmente ando entre la política [en 2005 se presentó a los comicios a la presidencia de su país, que terminó ganando
Ellen Johnson-Sirleafse] y los estudios en la Universidad en Miami. Estudio Criminología porque es un buen trabajo y entiendo que también es una buena manera de ayudar a la gente. Antes que al futbolista, me gustaría que recordaran al hombre que soy. Una vez fui el mejor, es un honor que me respeten, pero no me creo por encima de nadie.