Frente común para rescatar al país


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Sería absurdo despreciar la importancia que constituye para el país la elección o nombramiento de las personas que ocupan los cargos revelantes en la Corte de Constitucionalidad, la Corte Suprema de Justicia y Salas de Apelaciones, el Ministerio Público, la Contraloría General de Cuentas y la Procuraduría de los Derechos Humanos, y por la categoría que implica el desempeño de esas funciones es que, previo a su designación final, se desarrollan procesos selectivos de comisiones específicas, bajo el supuesto de que quienes integran esos cuerpos electorales escrutan y escogen a los más capaces en diferentes disciplinas y determinan otros requisitos esenciales.

Eduardo Villatoro


Si así ocurre en esos ámbitos de la estructura del Estado, con la ingenuidad o perversidad que se me pondría endilgar pregunto: ¿Por qué, entonces, las organizaciones políticas no realizan procedimientos similares o quizá más rigurosos para escoger a sus candidatos a la Presidencia y Vicepresidencia de la República, entre sus afiliados, simpatizantes o financistas?, habida cuenta que conforme lo establece la Constitución Política esos colectivos son los únicos que tienen la facultad, el derecho o la potestad de postular a los aspirantes a las posiciones cimeras de la nación y sobre quienes recaen responsabilidades, deberes, obligaciones, mandatos, privilegios que nadie más puede ostentar.

Mis contados lectores coincidirán en considerar que obedece a que los partidos políticos carecen de legitimidad como para proponer de candidatos a Presidente y Vicepresidente entre sus dirigentes más capaces, experimentados, honrados, inteligentes, cultos, probos y honorables (si los hubiera entre ellos), en vista de que se trata de organizaciones fundadas por minúsculos grupos espurios y financiados por sectores oligárquicos que se confabulan con el crimen organizado, que desde hace décadas se han heredado el poder político y económico.

Hace meses, en mi soledad mediática y social, porque no pertenezco a ninguna secta, tribu o cofradía que, como los partidos políticos, se han arrogado altivamente la representación de los guatemaltecos, propuse el surgimiento de una organización que fuera integrada por sectores de la izquierda democrática, la derecha ilustrada y el centro conciliador, para intentar establecer un frente común, ajeno a disputas hegemónicas personales o ideológicas,  para rescatar a Guatemala de la casta política prevaleciente y escoger democrática y representativamente a candidatos de elección popular entre profesionales universitarios, intelectuales, campesinos, obreros, indígenas, mujeres, pequeños, medianos y grandes empresarios que, en realidad, sean los más idóneos y que no estén tras las huellas de fortunas mal habidas, sino en búsqueda del bien común.

Lo expuesto será una quimera; pero podría despertar la conciencia de los guatemaltecos que esperan que brille una nueva aurora en esta patria tan sufrida y esquilmada por los políticos que han llegado a apoderarse hasta de nuestros sueños y conciencias.

(Romualdo Tishudo cita a José Saramago:-Es hora de aullar, porque si nos dejamos llevar por los poderes que nos gobiernan, y no hacemos algo para  contrarrestarlo, se puede decir que nos merecemos lo que  tenemos).