La idea esencial de tener un Documento de Identidad confiable es la prevención de fraudes electorales porque la cédula de vecindad es fácil objeto de manipulación y cualquier alcalde con compromiso partidario puede documentar a personas para que luego se empadronen y ejerzan el sufragio. Peor aún si el partido oficial tiene tanto interés para «ganar la elección» porque el candidato es nada más y nada menos que extremadamente cercano al mismo Presidente de la República.
En ese contexto, le parece a alguien que sea casual que el gobierno central esté privando al Registro Nacional de Población los recursos suficientes para asegurar la existencia de un documento que pueda ser absolutamente confiable. Por lo menos, para decirlo en los términos más mesurados, se está dando lugar a seria duda sobre la transparencia de una elección que todavía está muy lejana, a dos años de distancia, pero que sin duda se perfila como una de las más polémicas desde la reforma constitucional que hizo Ubico para facilitarse la reelección.
Aunque fuera por decoro, el Gobierno tendría que hacer todos los esfuerzos por surtir de fondos al Renap para garantizar que para las elecciones a realizarse en dos años, los guatemaltecos dispongan de un documento confiable y de difícil falsificación. Con todo y que la empresa que ganó la licitación para emitir el Documento de Identidad Personal esté tan ligada a financistas de la campaña presidencial pasada y que eso puede ser un elemento comprometedor.
Pero obviamente la cédula de vecindad no puede ser el instrumento a utilizar para identificar a los ciudadanos en las elecciones próximas. En primer lugar porque es una aberración que un documento que acredita la vecindad de una persona sea también el instrumento para acreditar su carácter de ciudadano, situación que no tiene nada que ver con la del avecindamiento.
Hay ya demasiados nubarrones sobre el proceso electoral que se avecina y en el que ya se empezó a gastar una millonada dizque para afiliar ciudadanos a uno de los partidos políticos, en lo que se adelanta ya como una de las campañas más costosas de toda la historia del país. Precisamente porque ese proceso puede ser parteaguas de la vida política nacional es imperativo que se haga esfuerzo por guardar todas las apariencias, de manera que se tengan mínimos de garantía de pureza electoral, tomando en cuenta que la participación de la esposa del Presidente, que se puede dar por descontada, será un elemento de especial importancia porque en condiciones de ese tipo es cuando más riesgo hay de manipulaciones de resultados. Advertir esos riesgos es esencial en estas condiciones.