En la historia, en la filosofía, en la literatura, en la política, en fin, en todo, hay frases que ocupan un lugar en el conocimiento común de las personas. Algunas quizá son producto de fantasías y tal vez nunca se dijeron; pero, de tanto repetirlas se han vuelto ciertas. Precisamente hay un libro, de ensayos diríamos, escrito por Ernesto Sábato, en donde pone en duda algunas afirmaciones que se han venido repitiendo.
Dice Sábato que Newton nunca vio caer una manzana para descubrir la gravedad; que Einstein nunca afirmó que todo era relativo; y así, desnuda muchas afirmaciones que damos por sentadas. ¿Será que a Julio César le dio tiempo a decir “Tú También Bruto” cuando Bruto lo “indagó” con semejante daga? Pero así nos lo enseñaron en la Escuela. Claro que hay hasta filosofías que se expresan en una frase, tal el caso de Hegel, cuando dijo que “Todo lo real es racional y todo lo racional es real”. O cuando Marx dijo que “La libertad es la conciencia de la necesidad”. Y a partir de estas pocas palabras se pueden escribir cuartillas y cuartillas, como se pueden dar mil interpretaciones al “cuentecito” del gran Tito Monterroso: Y cuando despertó el dinosaurio todavía estaba allí. A veces, de lectura en lectura, uno va encontrando frases que se inspiran en otras, de distintas fuentes, porque la originalidad es una vanidad de vanidades. Por ejemplo: usted recuerda aquel verso de Jorge Manrique, cuando escribió más o menos: “Nuestras vidas son como dos ríos que van a dar a la mar que es el morir”. ¿No se parece algo este verso a lo que se dice en el Eclesiastés: los ríos van todos al mar? Todos los chapines nos enorgullecemos al decir que Guatemala es el país de la eterna primavera; pero, ¿quién lo dijo primero? ¿Fue nuestro laureado Cardoza y Aragón o el no menos Laureado Batres Montufar, insigne poeta del siglo XIX? Leyendo la biografía de este último, escrita por el doctor Fernando Cruz, se desprende que esa es frase del autor del Reloj y de las Falsas Apariencias, pero, hay que averiguar. Unos dicen que fue Lord Atcon y otro que fue Bismark, quien dijo que la política es el arte de lo posible; aunque es más cierta la que acuñó el escritor mexicano Carlos Fuentes: “la política es el arte de comer sapos y no padecer de náusea”. Cuando Ubico se fue al exilio, dicen que en la escalinata del avión, dijo: “Cuídense de los cachurecos y de los comunistas”. A Ríos Montt le preguntaron unos periodistas si creía que el pueblo había querido a su gobierno, y contestó: ¿Y quién quiere al gobierno? Cuando el general Arana entregó la Presidencia, dijo: “Qué difíciles son los guatemaltecos: duros en la crítica y parcos en el elogio”. Y así puede usted encontrar un rosario interminable de frases, unas famosas y otras menos, que dicen mucho o no dicen nada. Y no es remoto también atribuir una a quien no la ha dicho, o por lo menos no la dijo primero. Al comandante Fidel Castro se le conoce por aquella frase pronunciada cuando fue juzgado por el asalto al Cuartel Moncada. Después de su larga defensa ante el tribunal, dijo: “La historia me absolverá”. Y resulta que esa frase la pronunció Hitler muchos años antes, cuando él y su partido fueron juzgados y condenados por el golpe de 1930, si mal no recuerdo, y aparece al final de su obra Mi Lucha, sólo que lo dijo en plural: La historia nos absolverá. ¿Quién dijo que de buenas intenciones está empedrado el camino del infierno o aquella de que nada de lo humano me es ajeno? ¿Fue Dante, fue Campoamor, algún poeta latino o fue Cervantes en boca del Quijote, que si usted se da cuenta, lo dijo todo? Allí le dejo una tarea amigo lector, para que se dedique a estudiar.