La semana pasada se presentó el documental «Ceremonial contra el olvido», sobre la vida y obra de Francisco Morales Santos. En 56 minutos, se van observando las diferentes facetas de este escritor guatemalteco.
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El documental formó parte del proyecto que el Instituto de Estudios de la Literatura Nacional (Ineslin) de la Facultad de Humanidades de la Universidad de San Carlos, que consiste en realizar un estudio crítico de cada uno de los autores que han ganado el Premio Nacional de Literatura Miguel íngel Asturias.
El documental contó con la coordinación de Gladys Tobar Aguilar, directora del Ineslin, y de la acertada producción de Belizario Reynoso, quien logró darle vida al proyecto.
Básicamente, el documental tenía por objetivo contar la vida y obra del autor en cuestión; además, era imprescindible demostrar cuál es el aporte de este escritor para las letras nacionales.
El autor
Francisco Morales Santos nació en San Lorenzo el Cubo, Ciudad Vieja, en el departamento de Sacatepéquez, en 1940.
Su familia vivía en el área rural, y desde muy pequeño, sus ojos se empaparon de metáforas del campo, hecho que ha marcado su poesía. Sus abuelos, sus padres, se presentan como elementos que le alimentaron el espíritu, colmándolo de belleza, que después él ha convertido en letras y, aún más, en poemas.
Vivió en un ir y venir entre el campo y La Antigua Guatemala, otra fuente de inspiración constante para él. En 1961, emigró a la ciudad capital, con la firme intención de publicar, hecho que logra con su primer libro «Agua en el silencio», en donde los sonidos rurales se pueden escuchar dentro del sonsonete de esos versos.
Años más tarde, en 1968, Morales Santos reunió a un grupo de escritores, todos provenientes del interior del país, formando el grupo Nuevo Signo. El escritor y crítico literario Dante Liano consigna el 27 de junio como la fecha de partida del grupo, debido a que aparece la primera publicación con la denominación «Publicaciones Nuevo Signo», con el libro «Nimayá», de él mismo.
Anteriormente, había logrado la publicación de «Ciudades en el llanto» (1963) y «Germinación de la luz» (1966).
Nuevo Signo
El grupo Nuevo Signo adquiere especial atención como uno de los grupos fundamentales dentro de la literatura guatemalteca, pese a que su permanencia se redujo a un par de años. Fue integrado por Luis Alfredo Arango, Delia Quiñónez, Antonio Brañas, José Luis Villatoro, Julio Fausto Aguilera, Roberto Obregón y el mismo Morales Santos.
Al momento de reunirse, algunos de ellos ya habían conseguido alguna publicación, pero nada con mucha proyección.
Para esos años, en el ambiente literario del país predominaba la literatura social y de protesta, hecho que concordaba con la lucha social que se estaba produciendo. Otro escenario era pintado por el deslumbramiento que produjo la entrega del Premio Nobel de Literatura a Miguel íngel Asturias, lo cual creó muchos imitadores del autor de «El señor presidente».
Entre el panfleto y la imitación asturiana, la poesía guatemalteca ya necesitaba una válvula de escape.
El nombre «Nuevo Signo» contiene en sí mismo la clave para identificar este deseo de renovación, ya que los integrantes de este grupo quisieron alejarse de los cánones, de lo ya establecido, y crear una poesía que cultivara la imagen, para no caer en lo panfletario. Sin embargo, ello no significa que sus miembros no tuvieran las ganas de gritar y denunciar las injusticias. De hecho, lo hicieron, sólo que estéticamente.
En algunos poetas, la denuncia estética fue más elevada de tono, como fue el caso de Roberto Obregón, a quien se le aplicó la desaparición forzada en un viaje que realizara a El Salvador. El 6 de julio de 1970 se le vio por última vez.
Este hecho impactó inmediatamente en el grupo, ya que, como apóstoles tras la crucifixión, tuvieron un razonable miedo y ya nunca más volverían a reunirse con constancia.
La vida sigue
Pese al temor, la vida continuó para la mayoría de los de Nuevo Signo, incluido Francisco Morales Santos, quien ha gozado de una fructífera creación literaria. Luego de Nimayá en 1968, sucedieron sus obras «Sensación de lo lejano» (1968), «Tenebrario» (1969), «Escrito sobre los olivos» (1971), «Cartas para seguir con vida» (1977), «Poesía para lugares públicos» (1976), «Conjuros contra gangrena y tumba» (1978), «Al pie de la letra» (1987), «Madre, nosotros también somos historia» (1988), «Implicaciones del verbo amar» (1990), «Ceremonial contra el olvido» (1995), «Â¡Oh líquida memoria!» (1999) y «Escrito sobre fondo oscuro» (2001), todos libros de poesía.
Multifacético
Morales Santos, pues, se posicionó como un importante hombre de letras en Guatemala, gracias a su sensibilidad poética y a su producción. Además, ha destacado como editor, antólogo y compilador, actividades a las cuales se ha dedicado en los últimos años.
Especialmente, sobre sale su labor como jefe de la Editorial Cultura del Ministerio de Cultura y Deportes, desde donde ha impulsado el rescate de obras y escritores guatemaltecos de antaño, así como servir de trampolín de escritores inéditos.
Escritor infantil
Otro de los grandes méritos de Morales Santos es que ha tenido una buena producción de libros para niños. «Tío conejo y tío coyote» (1984), «Ajonjolí» (1997), «Torre de papel» (2003), «írbol de pájaros» (2005), «Poemas escogidos para niños» (2005), «Tejido de sueños» (2006), «Cuentos de la tradición oral guatemalteca» (2006) y «Popol Vuh para niños» (2007), en donde deja las lecciones morales, en beneficio de una lectura lúdica y estética, con la cual los niños pueden empezar a tomarle amor a la lectura.
Homenaje
El pasado miércoles, se estrenó el documental «Ceremonial contra el olvido», de la vida y obra de Francisco Morales Santos. Se convirtió en un justo homenaje para un obrero de las letras. El aplauso y el público de pie, al finalizar la proyección, fueron la confirmación de una vida dedicada al arte.
El grupo Nuevo Signo logró acaparar a talentosos poetas, provenientes del interior del país, que se identificaron por el deseo de renovar la poesía (de ahí su nombre). He aquí una muestra de los poemas de los integrantes del grupo.
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TESTIMONIO
Te apretaron los ojos
hasta que te los tragaste
-ya me imagino
la felicidad
y el cansancio
con que regresaron a casa
-los presumidos victimarios
para comer
con sus hijos.
José Luis Villatoro (1932-1998)
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SOí‘ABA UN POEMA
En Iximché, soñaba yo un poema.
Junto a las ruinas, entre el verdor,
Isabel Ruiz cogía flores,
pequeñas flores azules, amarillas, moradas, rojas.
Isabel cogía flores, yo soñaba un poema.
Abría los ojos, despertaba del sueño.
Ahí estaba mi poema.
Ahí en la realidad, danzaba mi poema,
estaba extático.
En Tecpán entré a la iglesia, atisbé largo rato.
Salí a la plaza, junto a la fuente me detuve.
Con los ojos abiertos, soñando mi poema.
Qué cerca el cerro verde.
Cuánto tiempo sin tiempo.
Ahí, en la realidad, estaba mi poema.
Indios, indios. Rebozos de color,
¡esto es color!
Julio Fausto Aguilera (1929)
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ARTE POí‰TICA
Escribe sin descanso, con fe, cólera, envidia,
amor, ilusionadamente -sin esperanza.
Escribe como quien cierra una puerta
de una a otra nada.
Estás vivo: te hiere el engaño de palabras técnicamente
reunidas, lloras por el pequeño hilo de manantial que pasa olvidándote. Júntalo en poesía.
-Alguien cae.
Lo esperan privaciones, una muchacha, los días rigurosamente inciertos.
Canta. Pon en su camino la poesía.
Y alguien pasa.
Cuando sueñas, lloras o bailas como un loco y el temor acecha
te duele el tiempo perdido y llueve. Escribe entonces.
Antonio Brañas (1920-1988)
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PERSEVERANCIA DEL FUEGO
Mis dedos, finos y sobrios mensuradores
de la sabiduría de las cosas,
se desplazan bajo el ramoso silencio
de la madrugada
buscando esos lugarcitos en donde aún
estás despierta.
Roberto Obregón (1940-1970)
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íNTIMA
No te diré
de qué fibra está formado
el corazón que me sostiene:
me será más dulce decir
que lo tengo hecho de Ti,
de tu sonrisa
y de las penas inmensas
que me llegan contigo…
Delia Quiñónez (1946)
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POEMAS DE «EL AMANECIDO»
(fragmento)
Los poetas y los ángeles
somos hermanos de leche.
Los ángeles viven en las nubes
y nosotros
con los pies sobre la tierra.
Luis Alfredo Arango (1935-2001)