Con atascos que totalizaban 350 km en todo el país, un cuarto de trenes y 20 % de metros en París, Francia se encontraba casi paralizada hoy a causa de una nueva huelga de transportes contra la reforma de regímenes especiales de retiro, erigida en símbolo de la política de cambio del presidente Nicolas Sarkozy.
En el sector de los ferrocarriles, donde sólo circulaba entre el 20 y el 25% de los trenes (5% a 10% en la huelga del 18 de octubre), la situación podría continuar mañana e incluso el fin de semana en la medida que el movimiento es prorrogable.
En París, sólo uno de cada cinco metros y 15% de los buses estaba en circulación. El transporte público entre la capital y las comunas de los suburbios también estaba muy perturbado.
En la capital, la circulación hacia y desde los dos grandes aeropuertos de la región parisina, Roissy-Charles de Gaulle y Orly, era asimismo muy difícil debido a la parálisis casi total de los transportes públicos y a los atascos en las rutas de acceso.
En cuanto a los servicios internacionales de ferrocarriles, ninguno de los trenes nocturnos entre Francia, Italia y España circuló entre el martes y el miércoles.
Según la dirección de la SNCF, la empresa pública de ferrocarriles, los servicios del Eurostar, hacia Londres, y del Thalys, hacia Bruselas y Amsterdam, circulaban normalmente, pero con retrasos.
Otros sectores concernidos por la reforma de los regímenes especiales, como los de la energía (electricidad y gas) y de la cultura (personal de la Opera de París), también se encontraban en paro.
Sin embargo, el temor de una huelga prolongada como la de 1995, que duró tres semanas, que pesaba desde el anuncio de la movilización hace unas semanas, había comenzado a disiparse el martes en la tarde, poco antes de que comenzara el paro ferroviario, cuando la CGT, una de las grandes centrales sindicales francesas, propuso nuevos términos de negociaciones al gobierno.
El líder de la CGT, Bernard Thibault, propuso al ministro del Trabajo Xavier Bertrand organizar negociaciones con las direcciones de empresas y los representantes del Estado, sobre cada uno de los regímenes especiales de retiro.
Hasta ese momento, la CGT reclamaba una negociación global nacional.
Las otras organizaciones sindicales de ferrocarriles se plegaron rápidamente a la proposición, dejando la palabra al gobierno para seguir o no el conflicto, como estimó este miércoles el líder CGT de los ferrioviarios, Didier Le Reste.
Reaccionando a la proposición, el primer ministro Franí§ois Fillon se declaró «satisfecho» de la disposición de la CGT de entrar en negociaciones.
De su lado, el ministro del Trabajo Xavier Bertrand se reunía el miércoles en la mañana con los otros sindicatos de la SNCF.
Por su parte, Nicolas Sarkozy llamaba a los directores de las todas empresas (gas, electricidad, transportes urbanos) implicadas por la huelga a iniciar «rápidamente» las negociaciones.
La reforma de los regímenes especiales de retiro tiene para Nicolas Sarkozy el valor de símbolo de su voluntad de «ruptura» del sistema de relaciones sociales en Francia.
En este caso, se trata en lo esencial de prolongar el tiempo de cotizaciones de retiro de 37,5 años que concierne a 500.000 trabajadores (1,1 millón de jubilados) y nivelarlo con el de unos 18 millones de asalariados del sector privado, que deben cotizar 40 años.
En el caso de los trabajadores ferroviarios, su régimen especial corresponde a conquistas sociales obtenidas en 1850 de las primeras compañías privadas, destinadas a compensar condiciones laborales difíciles, como los horarios nocturnos o el trabajo a la intemperie.
Estos regímenes fueron unificados en 1909, mantenidos en 1937 cuando se creó la empresa estatal de ferrocarriles (SNCF), y a la Liberación de la ocupación nazi, en 1945, cuando se creó el régimen general de jubilaciones.