Francia juzga a Manuel Noriega


El General Manuel Noriega, ex presidente panameño, hoy de 76 años, inició hoy juicio por lavado de dinero en Francia. FOTO LA HORA: AFP ARCHIVO

La justicia francesa juzgará a partir de hoy al ex dictador panameño Manuel Antonio Noriega, hombre fuerte de su paí­s en los años 80, por el blanqueo a fines de esa década en Francia de 2,3 millones de euros procedentes del cártel de Medellí­n.


Thais y Sandra, hijas de Noriega, llegan a la Corte de Justicia de Parí­s, en el inicio del juicio de su padre. FOTO LA HORA: AFP BERTRAND GUAY

Noriega, de 76 años, que podrí­a ser condenado a 10 años de cárcel, ya fue juzgado en ausencia por los mismos cargos en 1999 por el Tribunal Correccional de Parí­s, que le habí­a impuesto una multa de 11,2 millones de euros.

Su esposa, Felicidad, fue condenada a la misma pena de prisión y a una multa superior, pero al parecer nunca fue notificada.

La audiencia comenzará hoy a las 13:30 horas locales en la sala XI del Tribunal Correccional. Noriega será asistido por sus abogados Olivier Metzner, Yves Leberquier y Antonin Levy.

Noriega fue extraditado el 27 de abril pasado de Estados Unidos a Francia tras cumplir 17 años de cárcel en Miami por complicidad en tráfico de drogas.

El ex militar fue capturado en Panamá en 1989 por tropas estadounidenses y llevado a Estados Unidos, donde fue condenado en 1992 a 40 años de prisión.

La justicia francesa acusa a Noriega de haber lavado 15 millones de francos (2,3 millones de euros) entre 1988 y 1989 que habí­a recibido del cártel de Medellí­n por permitir el tránsito por Panamá de aviones cargados de cocaí­na rumbo a Estados Unidos.

Noriega, su esposa y sus tres hijas, eran titulares de varias cuentas bancarias en agencias del BNP, CIC, Banco del Brazil, Crédit Lyonnais y BCCI en Parí­s y Marsella.

El juicio se prolongará hasta el miércoles. La sentencia se conocerá entre septiembre y octubre venideros.

Panamá será parte querellante en el juicio.

En 1999, Panamá reclamó a la justicia francesa 15 millones de euros y recibió un franco simbólico. Ahora reclamará una «reparación por perjuicio material y moral» porque considera que el dinero lavado en Francia por Noriega «es de Panamá».

Noriega siempre afirmó que ese dinero provení­a de su fortuna personal y del dinero que cobraba de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), de la que era agente desde los años 70.

Al llegar a Francia, el ex dictador pidió su extradición a Panamá, que se le reconozca el estatuto de prisionero de guerra de que gozaba en Estados Unidos y su inmunidad como jefe de Estado. Noriega, que sufre de hipertensión y tiene dificultades de movimiento en su lado derecho, está privado de libertad en la cárcel parisina de La Santé.

SEMBLANZA

El ex dictador panameño Manuel Antonio Noriega, juzgado en Francia por lavado de dinero de la droga en la década del 80, fue un militar sin escrúpulos, agente de la CIA vinculado a Pablo Escobar y a Fidel Castro, que a sus 76 años está alojado en una cárcel de Parí­s.

Noriega, juzgado en ausencia en 1999 por el Tribunal Correccional de Parí­s por los mismos cargos, tendrá que volver a explicar el origen de los 15 millones de francos de entonces (2,3 millones de euros) depositados a fines de los años 80 en bancos de Francia, que según la fiscalí­a provení­an del narcotráfico colombiano.

Nacido en febrero de 1934 en el Darien en el seno de una familia pobre de origen colombiano, Noriega abrazó muy joven la carrera militar.

Tras participar en 1968 en un golpe militar contra el presidente Arnulfo Arias, comenzó su ascenso al defender al general Omar Torrijos contra una tentativa de derrocamiento, convirtiéndose en uno de los militares más cercanos del caudillo nacionalista, que lo puso directamente al frente de los servicios de inteligencia.

Desde esa época, habí­a sido enrolado como espí­a de la Agencia Central de Inteligencia estadounidense (CIA), omnipresente en Panamá para vigilar el Canal.

Luego de la muerte en 1981 de Torrijos en un misterioso accidente de aviación y la negociación de los tratados que aseguraron la devolución del Canal a Panamá, Noriega se convirtió en el hombre fuerte del paí­s.

En el marco de las guerras civiles que azotaban a Centroamérica, Noriega fue capaz de jugar en varios frentes, lo que le permitió mantenerse durante casi 20 años en el poder, pasando de aliado fiel a enemigo número uno de Estados Unidos, con la llegada a la Casa Blanca de George Bush padre (1988-92), antiguo patrón de la CIA.

En 1983, las Fuerzas Armadas, la policí­a, el departamento de inmigración, el control aéreo y la administración del Canal estaban bajo el control único de Noriega, general y comandante en jefe de la Guardia Nacional.

A medida que avanzaba la década, Washington empezó a aislarlo y la represión interna se intensificó. En 1986, una filtración de la inteligencia norteamericana llevó al diario The New York Times a cuestionar el papel de Noriega en el asesinato, dos años antes, de un opositor que fue decapitado.

Recibió un nuevo golpe en 1987 cuando un ex jefe del Estado Mayor, el coronel Roberto Dí­az Herrera, lo acusó de corrupción, fraude electoral y de ser responsable del accidente aéreo que costó la vida a Torrijos.

Aunque Noriega conservó cierto apoyo popular gracias a un discurso tercermundista, esas acusaciones desencadenaron manifestaciones en Panamá. El Senado estadounidense le exigió abandonar el poder pero el militar se negó y desafió al vecino del Norte, que lo acusó de complicidad en tráfico de drogas.

El 20 de diciembre de 1989, tropas estadounidenses lideraron una cruenta invasión en Panamá -en la que murieron cientos de civiles- para derrocar a Noriega, que estuvo refugiado dos semanas en la Nunciatura antes de rendirse.

Transferido a una prisión de Florida, fue condenado a 40 años de cárcel por la justicia estadounidense, que lo reconoció como «prisionero de guerra».

La condena fue sucesivamente reducida a 30 y a 17 años por buena conducta, que cumplió en septiembre de 2007.

Francia lo condenó en ausencia en 1999 a diez años de cárcel por lavado de dinero del narcotráfico y pidió su captura y extradición, que el 26 de abril de 2010 firmó Hillary Clinton, jefa de la diplomacia de Estados Unidos.