Los franceses acudirán de nuevo a las urnas el domingo para la primera vuelta de las elecciones legislativas en las que la UMP, partido conservador del nuevo mandatario, Nicolas Sarkozy, puede obtener una impresionante mayoría, frente a una izquierda debilitada y dividida.
Un mes después de las presidenciales, 44,5 millones de franceses podrán votar de nuevo el 10 y 17 de junio para elegir entre más de 7.600 candidatos a los 577 diputados que compondrán la Asamblea Nacional durante los próximos cinco años.
La Unión por un Movimiento Popular (UMP), que ya es mayoritario en la Cámara saliente, aumentaría sus 359 diputados hasta llegar hasta 420 o 460 escaños.
De esta forma, el partido socialista, que tiene 149 diputados, podría verse reducido a un centenar, lo cual haría que Sarkozy gobierne sin apenas oposición hasta 2012 y haga aprobar sin dificultad sus reformas y leyes.
«La apisonadora UMP está en marcha. La mayoría presidencial se esfuerza en neutralizar a una izquierda desconsolada por su derrota anunciada», resume el diario Liberation el miércoles.
El nuevo presidente de Francia, que fue elegido con un programa de ruptura con respecto a las políticas del pasado, que incluye transformaciones en materia fiscal, de control de la inmigración y de aumento de la seguridad y prevención contra la delincuencia, no quiere perder tiempo en ponerlo en práctica.
En total, tres cuartas partes de los franceses considera acertado este plan de reformas, que comenzará a realizarse gracias a una sesión extraordinaria del Parlamento a partir de julio.
«Os pido la mayoría necesaria que necesito para gobernar y para cumplir las promesas que hice al pueblo francés», pidió Sarkozy a los franceses en un reciente mitin.
En sus escasas semanas en el poder, el presidente ha impuesto un estilo nuevo de gobernar, es un jefe de Estado omnipresente e hiperactivo que goza de una popularidad comparable a la del general Charles De Gaulle.
En esta dinámica, el fracaso no está permitido y el jefe de gobierno, Franí§ois Fillon, ya anunció que los ministros que se presenten diputados y pierdan en las urnas, serán expulsados del gobierno.
Frente a esta derecha imparable y aparentemente invulnerable, la prioridad de los socialistas, principal fuerza de oposición, es evitar que su derrota en las urnas sea humillante, visto que su victoria está totalmente descartada.
«Levantaos de nuevo, mantened la cabeza alta y avancemos (…) Os pido que olvidéis vuestra decepeción. Volved a la urnas porque necesito un grupo parlamentario fuerte», pidió Ségolí¨ne Royal, candidata socialista derrotada por Sarkozy en la segunda vuelta de las presidenciales.
La dirigente es la personalidad preferida por los afiliados socialistas para impulsar la reforma que la formación necesita urgentemente para ganar fuerza de cara a otras citas con las urnas.
Por ahora, la oposición hace campaña atacando a Sarkozy, un político que pretende «transformar el plomo en oro», concentra sus poderes y disfruta de una especie de «estado de gracia» en el que todo le está permitido.
Pero según Fillon, la izquierda francesa peca de «impostura moral», «ya no se atreve a amar a Francia» y predica el inmovilismo aunque todos los ciudadanos apuesten por el cambio.
El sistema electoral francés prevé que el 17 de junio haya una segunda vuelta de las legislativas sólo en las circunscripciones donde ningún candidato haya obtenido el 50% de los votos. Este sistema mayoritario perjudica a los pequeños partidos.
Así, el Movimiento Demócrata (MoDem) del líder centrista Franí§ois Bayrou, tercera fuerza más votada en las presidenciales, sufriría las consecuencias de la deserción de varios miembros del partido que se unieron a Sarkozy y no conseguiría los votos suficientes para formar un grupo parlamentario.
En la extrema derecha, el Frente Nacional de Jean Marie Le Pen, cuarta fuerza más votada en Francia en las presidenciales que no tiene representación en la Cámara de Diputados, sufriría una nueva y estrepitosa derrota en las legislativas.
Inmersa en un partido socialista condenado a convertirse en una tibia oposición a la derecha triunfal, Ségolí¨ne Royal mantiene su popularidad pese a su derrota en las presidenciales y es considerada por la mayoría de militantes como la única persona capaz de sacar de la crisis a la formación.
En esta campaña de las elecciones legislativas, la líder socialista, que decidió no presentarse candidata a diputada para no acumular cargos puesto que ya es gobernadora de la región de Poitou Charentes (suroeste), generó el mismo entusiasmo que cuando soñaba convertirse en la primera presidenta de la historia de Francia, hace algunos meses.