Fragmentos a Ernesto Cardenal


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*** Por la palabra sin clase social; por la palabra como propiedad colectiva, herencia de todos; por la palabra expropiada y redimida, sujeto cohesivo de los pueblos y de la historia; la palabra que no opta por la pobreza sino por los pobres; la palabra que avanza con el horizonte de las utopías; la palabra que intenta armonizar las contradicciones sociales, económicas, históricas… La liberación de la teología.

René Leiva


*** Solentiname, su trascendencia, solo podía ser en una isla lacustre; una hermosa quimera colectiva rodada de agua, rodeada de tierra, aherrojada por dictaduras que nada pueden contra el espíritu ni contra la poesía. Liberación de la teología.
*** Entiendo y trato de comprender que durante un tiempo, de joven, a Ernesto Cardenal se lo pelearon Dios y las benditas mujeres; que a la postre Dios salió ganador, en obvia derrota de las mujeres e incluso del propio Cardenal. Entiendo y trato de comprender que, a la postre, no hay rencor de Cardenal hacia Dios por haberlo rescatado de las mujeres. Dios y las mujeres nunca son enemigos, Dios guarde, a menos que un hombre, peor si es poeta, interponga su sombra de religioso erotismo.
*** Nunca la poesía ha cambiado al mundo, el humano incluido. El mundo cambia de manera constante a la poesía (y a los poetas y a las ars poéticas).
*** Poesía exteriorista, ¿emparentada con la antipoesía? ¿Cómo diferenciar la realidad, lo que está ahí afuera – – qué tan cercano – – con la apariencia? ¿El mundo como voluntad – – de quién –  y representación (mental)? ¿Dónde comienza la exterioridad, dónde termina? ¿Es el exterior antagonista de la metafísica e incluso de la inmanencia? Vanas preguntas de dislocada pedantería, que en todo caso no vienen al caso.
*** Sus epigramas, saetas de un sátiro asceta que dan en el blanco oculto del corazón.
*** Abuelo, hoy, de barba comprometida y boina evangélica y diáfanos anteojos para ver mejor el derrotero del cosmos en cualquier gota de lluvia sin más telescopio que los evangelios.
*** Salmos y Epigramas, lo sagrado y lo profano… Hostias o panes nuestros de la misma harina, el mismo horno, la misma hambre.
*** La reina Sofía no es Marilyn Monroe, no. Muy pocas reinas lo han sido. Todas, tal vez, con derecho a plegaria.