El muy anunciado lanzamiento de satélite por Corea del Norte se convirtió el viernes en un fracaso de casi mil millones de dólares, humillando al nuevo líder del país y causando la condena de varios países a lo que consideraron una prueba encubierta de tecnología misilística.
El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas deploró el lanzamiento, y señaló que éste infringe dos resoluciones del organismo, pero no mencionó posibles sanciones.
La desintegración del satélite y su cohete portador sobre el Mar Amarillo causó un reconocimiento público nada habitual de fracaso por Pyongyang, que había anunciado el lanzamiento como una muestra de fuerza en medio de los problemas económicos del país.
Par el flamante líder Kim Jong Un iba a ser el cenit de los eventos de celebración de su ascenso a la cima del poder político. El lanzamiento fue programado para coincidir con el centenario del nacimiento del fundador de la nación, Kim Il Sung, el abuelo de joven líder.
Estados Unidos y Corea del Sur anunciaron el fracaso del lanzamiento minutos después de que el cohete despegase de la costa occidental norcoreana en las primeras horas de la mañana. Corea del Norte reconoció la falla cuatro horas más tarde en un anuncio en la televisión nacional, diciendo que el satélite que llevaba el cohete no entró en órbita.
El lanzamiento provocó una dura condena internacional, incluyendo la suspensión de la ayuda alimentaria de Estados Unidos, y generó preocupaciones de que el próximo paso de Pyongyang sea más provocador -un ensayo nuclear, tercero del país-.
El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, dijo que el lanzamiento «infringe directamente» las disposiciones del Consejo de Seguridad y «amenaza la estabilidad regional», dijo el vocero Martin Nesirky.
El Consejo señaló en un escueto comunicado que sus miembros convinieron realizar consultas a fin de definir «una respuesta apropiada» a la decisión norcoreana. La declaración fue emitida después de un encuentro a puerta cerrada.
El lanzamiento fue condenado por los cancilleres del Grupo de las Ocho naciones industrializadas reunidos en Washington, incluso Rusia.
Pese al fracaso, Corea del Norte siguió adelante con su campaña de actividades y propaganda elogiando a la familia gobernante.
Horas después de la explosión, el joven Kim fue investido oficialmente como nuevo jefe de la poderosa Comisión Nacional de Defensa, durante una reunión de la Asamblea Suprema del Pueblo en la capital.
Horas después, en acto público masivo, Kim Jong Un y otros altos funcionarios del gobierno develaron una enorme estatua de Kim Jong Il, erecta junto a una estatua igualmente enorme de Kim Il Sung.