En los años 90 del siglo pasado, Francis Fukuyama anunció el triunfo del modelo neoliberal, que insistía en recetas económicas de ajuste fiscal y la puesta en práctica de políticas en que predominaba el mercado. La era posterior a la guerra fría estuvo bajo el dominio intelectual de los economistas, quienes apostaron por la liberalización y por un Estado más reducido. En Guatemala, esta visión la ha impulsado la Universidad Francisco Marroquín.
Ahora se llegó a la conclusión que algunas de las variables más importantes del desarrollo no tienen relación con la economía, pero sí con las instituciones y la política. Los «Estados fracasados» no lograron mantener la paz en su territorio. Este tema está vinculado con los problemas del Gobierno estadounidense y de sus intervenciones en países con instituciones débiles. Un asunto central al que se enfrentan los países pobres y que imposibilita su desarrollo económico reside en su nivel inadecuado de desarrollo institucional. No precisan grandes Estados, pero sí Estados fuertes y eficaces dentro del limitado alcance de las funciones estatales necesarias.
Ahora, el propio Fukuyama defiende la construcción del Estado como uno de los asuntos de mayor importancia para la comunidad mundial, dado que los Estados débiles o fracasados causan buena parte de los problemas más graves a los que se enfrenta el mundo, como son la pobreza, el sida, las drogas o el terrorismo. Al tratar de fundar el orden mundial en el fortalecimiento de los Estados, Fukuyama se opone al dogma neoliberal del Estado mínimo.
Ante la ausencia de soluciones, Fukuyama termina por admitir que sólo puede recurrirse a la opción del retorno hacia el Estado-nación soberano y tratar de comprender de nuevo cómo hacer que sea fuerte y eficaz.
Si bien el neoliberalismo produjo Estados cuasi-colapsados, carentes de instrumentos para enfrentar la brecha creciente entre ricos y pobres, y solucionar el desempleo y el atraso tecnológico, América Latina se encuentra en un proceso de reconversión de sus Estados, los cuales poco a poco han recuperado funciones. Actualmente se siente su presencia en diversos campos de la vida macroeconómica y ciudadana. Se percibe la intención de asumir un papel activo en promover el crecimiento y solucionar la pobreza.
El retorno al Estado y la reivindicación de su presencia en la economía es resultado de la urgencia social que heredamos del neoliberalismo. Asimismo, se ha constatado que con menos Estado hay más desorden. Es por eso que los últimos procesos electorales en Latinoamérica han legitimado a políticos con claras ideas de un Estado fuerte en sus funciones -y orientaciones sociales-, con lo cual se confirma que el Estado recuperará muchas de sus funciones delegadas al mercado, entre ellas, la apremiante redistribución.