“Estudia: el derecho se transforma constantemente, el abogado que no estudia es cada día menos abogado” Eduardo Couture
Antes de continuar con esta columna, quisiera patentizar públicamente, mi pesar por la pérdida que nuestro país ha tenido con el fallecimiento del estimable científico:
Doctor Carlos Pérez Avendaño, quien dio profundos ejemplos de estoicismo y solidaridad humana, nunca olvidaré que las veces que pudo, me enviaba artículos del ambiente, pues conocía la especialidad a la que me he dedicado académicamente, en los ratos libres que el trabajo lo permite, y vaya si no lo hizo, recuerdo uno de esos artículos de publicaciones científicas que traducidas a nuestro idioma, se refirió a la lucha que hemos venido desarrollando y de la que LA HORA ha sido fiel testigo, así: “No es fácil ser verde”; que Dios lo tenga en la Gloria y me solidarizo con su estimable familia.
En el anterior artículo , manifestamos nuestra preocupación por el grave deterioro ético de la sociedad y sus efectos en la formación de los futuros profesionales de las Ciencias Jurídicas y Sociales; y, en efecto, no sólo la disociación que se ha venido promoviendo por malos guatemaltecos ha sido perjudicial, sino el egoísmo que; “cual perro del hortelano no come ni deja comer”; ello, ha incidido en los estudios de muchas personas y su rendimiento, pues se resisten a los cambios que, curiosamente discuten no se ha dado, y casualmente no desean la reforma legislativa de muchas de nuestras normas que rebasan el límite de lo permitido.
Sin embargo, es nuestra obligación no sólo como profesional del Derecho, sino como catedrático universitario, el señalar la urgente necesidad de fortalecer el nivel académico en el país y para tal efecto, el profesional actual y futuro debe mejorar su formación técnica y, en el caso sujeto de estudio, jurídica.
Uno de los tratadistas José Campillo Sainz y que he venido mencionando, cita en su texto: “ Introducción a la Ética Profesional del Abogado” (México, Editorial Porrúa, S. A., 1992), que las cualidades y el perfil del Abogado perfecto deben, destaco algunas, ser: probo, prudente (en este caso no tratar como lo hacen algunos de hacer prevalecer su criterio a la fuerza), con sentido humano (obviamente con esta cualidad se refiere al profesional emocionalmente equilibrado), los paréntesis son míos, veraz, firme, culto, persuasivo, idealista.
Los anteriores ejemplos, quieren advertirnos que, sin discusión alguna, las diversas universidades que funcionan en nuestro país y que posean facultades de Derecho, deben incluir en sus programas de estudios materias de Deontología Jurídica, Ética Profesional o si se quiere, tratamiento de la conducta moral que se debe observar en los estudios los futuros Abogados.
Finalmente, fuera de la discusión -algunas bizantinas- que se viene observando por la cercanía de las evaluaciones que se pretenden desarrollar para la integración de las futuras Cortes de Justicia, expresamos nuestro anhelo porque se respeten: la “experiencia” y la “preparación académica” con una sólida moral, ya que una no puede ir sin la otra, de tal manera que permita la aplicación de la legislación de que se trate bajo esa sólida base y que permita con humanidad y sobre la base de la experiencia obtenida desde las aulas hasta la práctica de todos y cada uno de los profesionales en cuestión.