Antenoche, cuando me disponía a conciliar el sueño, encendí el aparato receptor de la TV en búsqueda de algún documental, determinada película de mi agrado o cualquier programa de entretenimiento.
eduardo@villatoro.com
En ese cambio de canales se asomó en la pantalla el conocido rostro del empresario y presentador televisivo Dionisio Gutiérrez, quien no es, precisamente, uno de mis favoritos como para quedarme escuchando sus largas intervenciones que protagoniza con la fuerza de su ingenio, habilidad retórica, cultura general y otros atributos que, para ser objetivo, le caracterizan; pero que se diluyen en medio de su intemperancia que lo arrastra a convertirse en un conductor de televisión intolerante con los expositores que no coinciden con su tendencia ideológica, además de su mal disimulada arrogancia.
Sin embargo, curioso de conocer a sus interlocutores, no cambié de canal, y así me percaté de que el doctor Gutiérrez entrevistaba (en diferido) al periodista Mauricio Funes, candidato presidencial en El Salvador del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional, quien, según las encuestas, le lleva ventaja a su adversario del partido oficialista Arena.
Inicialmente creí que el director de Libre Encuentro intentaría menospreciar y hasta pretendería humillar a su entrevistado, por la bandera de izquierda que su entrevistado enarbola; pero no fue así. Ya sea porque también Mauricio Funes es un veterano periodista de la televisión salvadoreña que mantuvo durante largos años un programa similar al de Gutiérrez, o porque el conductor televisivo guatemalteco ha llegado a comprender que su criticada actitud inflexible, rayana en el egocentrismo, le resta audiencia a su público televisivo; aunque hubo breves momentos en que pretendió forzar a su invitado para que éste se declarara de idéntica línea doctrinaria y programática de los presidentes Hugo Chávez, Evo Morales y Rafael Correa.
Contra mis preconcebidas ideas, la entrevista se mantuvo en un ambiente relajado, respetuoso y hasta cordial entre ambos personajes, inmersos en una madura discusión en la que prevaleció la argumentación sobre el ataque personal, dando lugar a que tanto Gutiérrez como Funes se explayaran en sus conocimientos geopolíticos nacionales y regionales, y que abundaran en sus exposiciones atinentes a la macroeconomía de El Salvador, Guatemala, la región centroamericana y América Latina en general.
Por supuesto que no aspiro a incluir en este reducido espacio los razonamientos del candidato presidencial salvadoreño ni del conductor televisivo guatemalteco; pero sí considero pertinente resaltar, por un lado, la actitud respetuosa y tolerante del más descollante miembro del poderoso Grupo Gutiérrez, y la posición política, social y económica del abanderado del FMLN, quien fue claro y terminante al advertir que no le está mintiendo a sus compatriotas al prometer que tan pronto como asuma el poder todos los problemas de El Salvador van a resolverse de inmediato, y ni siquiera en el transcurso de los cinco años de su período presidencial, porque tiene que enfrentarse a décadas, sino siglos de sustentación de una estructura oligárquica y cuasi feudal.
El mismo Gutiérrez estuvo de acuerdo en que durante los 20 años que El Salvador ha estado regido por cuatro períodos consecutivos con gobiernos de Arena, las condiciones de la mayorías más vulnerables no han mejorado, de suerte que el modelo neoliberal ha fracasado rotundamente en el vecino país, aunque no fue tan explícito en este último criterio, en el sentido de que lo dijera con esas palabras -que ya sería mucho pedir-, pero lo aceptó tácitamente.
Entre otros enunciados, Funes fue puntual al indicar que proyecta realizar una reforma fiscal, que no implica, necesariamente, el incremento de impuestos, sino que se fundamentará en el combate al contrabando, la evasión impositiva y la corrupción.
Más que un debate, fue un análisis serio, maduro y consecuente entre el izquierdista político salvadoreño y el conservador empresario guatemalteco.
(Un político salvadoreño de Arena que visita la Antigua Guatemala, le dice a Romualdo Tishudo: -Ustedes los chapines tanta bulla que hacen con esas sus ruinas tan viejas que tienen. Nuestro gobierno va a construir ruinas, pero de concreto armado).