Fomentando la impunidad


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El punto resolutivo aprobado recientemente por el pleno del Congreso de la República negando que en Guatemala haya habido genocidio, constituye un pronunciamiento no solo polémico, sino que fomenta la impunidad. Además, representa un acto de traición en contra de los principios de los derechos humanos reconocidos universalmente.

Félix Loarca Guzmán


Y aunque es un pronunciamiento carente de fuerza vinculante, puede ejercer influencia sobre el sistema de justicia, coincidentemente cuando algunos jueces están conociendo o están por conocer, procesos por genocidio en contra de algunos militares que tuvieron un alto protagonismo durante el desarrollo de la guerra interna de treinta y seis años, que dejó el saldo de miles de muertos y desaparecidos.

El pasado lunes, numerosos indígenas familiares de las víctimas de genocidio, protestaron frente al Congreso pidiendo justicia, a la vez de exigir a los diputados, la inmediata anulación del controvertido punto resolutivo, que sin duda marca un retroceso en los esfuerzos en pro de la construcción de una sociedad justa y democrática.

El destacado académico guatemalteco Luis Ernesto Cáceres R., recuerda que la doctrina de la Iglesia Católica, fundamentó el contenido de los derechos humanos en su texto bíblico. Este autor dice que los Diez Mandamientos llevan implícita una concepción de los derechos fundamentales de la persona, aunque expuestos de forma negativa en frases como “no matarás”, “no robarás”, entre otros.

Cáceres añade que, fueron las enseñanzas de Jesucristo las que impregnaron realmente el humanismo intrínseco que la Iglesia pregonara posterior a su muerte por todo el mundo.

Los que dudan acerca de si en Guatemala hubo o no genocidio, deberían leer el libro Masacres de la selva, escrito por el Sacerdote y Antropólogo Ricardo Falla. En esa obra, el religioso expone las atrocidades cometidas contra los derechos humanos en las comunidades indígenas en el área de Ixcán, al norte del departamento del Quiché en Guatemala, entre los años 1975 y 1982, en el marco del conflicto armado interno.

El Padre Falla reproduce las revelaciones de testigos de las impresionantes crueldades que se registraron en esa época, ante la peregrina sospecha de la supuesta vinculación de las víctimas con los grupos de la guerrilla izquierdista.