«Flow»


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Cuando me siento a escribir mi artí­culo semanal, pido el mayor silencio posible y cero interrupciones. Así­ puedo meterme de lleno a la tarea de escribir las ideas sobre el tema que quiero elaborar. Casi estoy ausente de los sonidos y movimientos a mi alrededor. Es así­ que puedo producir mi entrega para su publicación cada jueves. Exigente, ¿verdad?

Raymond J. Wennier

 


En 1975 el doctor Mihaly Csikszentmihályi, psicólogo, estableció el término “flow” después de múltiples entrevistas a personas que explicaron sus experiencias usando la metáfora “la corriente del agua llevándoselos…” En pláticas educativas y en cursillos, he usado el concepto de “flow” para explicar el uso de estrategias necesarias para que los alumnos estén concentrados en las actividades en el aula. El “flow” es una motivación totalmente enfocada en lo que se está haciendo. Sin embargo, este concepto no ha sido diseminado entre los directores y maestros que deberí­an tener esta estrategia como una manera de ayudar a que los alumnos estén inmersos en su propio aprendizaje. El estudio acerca de “flow”, ahora utilizado, se inició años antes cuando los investigadores Mihaly y su equipo, observaron a artistas estar, como dirí­an hoy dí­a, “en onda”, no de drogas sino en un estado tal de concentración mental que producí­a creatividad para pintar obras originales. En muchos casos, los artistas pintores seguí­an en su inmersión por horas, sin beber ni comer. Los investigadores trataron de entender ese fenómeno experimentado por los artistas. Es por eso que “flow” es un estado mental operativo en una actividad en la que la persona está motivada por su sentir en un enfoque profundo causado por una energí­a que también produce una participación positiva que logra el éxito en el proceso de esa actividad.

En el aula la mayor atención la dan los maestros, a la parte cognoscitiva, cuando la parte emocional, como explica Daniel Goleman en su trabajo acerca de la Inteligencia Emocional, juega un papel importante en hacer que los alumnos “se metan” en el proceso educativo. Ese involucramiento es no solo una motivación exterior sino interna también. Así­ es como muchos niños logran un resultado positivo en sus estudios en clase y en la realización de sus deberes, proyectos y en la búsqueda de satisfacer sus inquietudes, mientras otros no logran lo mismo. Obviamente el maestro tiene que usar estrategias pedagógicas para motivar a los alumnos a participar de esa forma.

La otra noche vi el programa de los homenajes a cinco artistas (compositores, cantantes, músicos, creadores de obras teatrales), que hace anualmente la Fundación John F. Kennedy. En el  homenaje al chelista, una orquesta ejecutó piezas de su mejor creación. Me llamó mucho la atención ver cómo los músicos tocaban con los ojos cerrados, con movimientos rí­tmicos, en una total concentración que absorbí­a su ser. Se nota que ellos estaban inclusive, visualizando la música en acción y así­ podí­an producir los sonidos en un conjunto maravilloso.

La misma concentración podemos observar en los atletas. Tomemos a Novak Djokovic, el tenista que ganó tres de los cuatro torneos más prestigiosos durante el año 2011. La prensa deportiva internacional lo escogió como el mejor del año. ¿Cómo logró semejante hazaña? Tuvo una motivación interna y una concentración profunda para lograr las metas que se habí­a establecido. Los atletas guatemaltecos que ganaron medallas en los Juegos Panamericanos, lograron semejantes preseas por su trabajo de acondicionamiento tanto fí­sico como mental. El resultado está a la vista. Así­ podemos mencionar muchos ejemplos de personas de éxito en las diferentes disciplinas deportivas, artí­sticas y académicas. ¿Por qué no logramos lo mismo con el ciento por ciento de los alumnos en las escuelas e institutos? Los alumnos tienen que estudiar contenidos que despierten su interés, que el estudiarlo y por qué hacerlo, tienen bien establecido y claro, su significado.

Hemos hablado de Abraham Maslow y su jerarquí­a de necesidades individuales en la escuela; él tuvo la influencia de Mihaly en el desarrollo de su psicologí­a humaní­stica. Podemos observar los efectos de la aplicación de esa teorí­a en la forma en la que muchos maestros elaboran sus planes de clases.

Csikszentmihályi ha identificado los siguientes factores que acompañan la experiencia “flow”:
• Las expectativas y las reglas de las actividades son claras igual que las metas son alcanzables pero retadoras y alineadas con las habilidades y destrezas del alumno. Eso significa que el reto tiene que ser más alto cada vez.
• Hay que permitir una concentración profunda sobre el contenido limitado, lo que produce una atención absorbente, enfocada a la tarea. Demasiado contenido cubierto superficialmente no permite concentración ni atención en la actividad educativa.
• La ausencia de un sentir de consciencia y una pérdida de la noción del tiempo, están presentes en una acción de interés motivante.
• Una retroalimentación directa e inmediata. Los ajustes proceden de acuerdo a los logros o fracasos en una actividad. Eso se aplica a una Evaluación Formativa.
• Mantener un balance entre un reto mayor y el nivel de habilidades. Que la actividad no sea demasiado fácil ni muy dificultosa.
• Que el sentido del control personal de los alumnos sobre la situación o actividad, produzca una recompensa intrí­nseca. El “núcleo accumbens” es el centro de gratificación en el cerebro. Ese sentir de recompensa es autorrenovable  demostrado en una mayor motivación en la realización de los trabajos.
• La actividad absorbe la atención a tal punto que se da una integración de acción y consciencia. Se nota hoy dí­a en los jóvenes que pasan hora tras hora en los juegos virtuales por computadora. Están enfocados en una acción limitada. El éxito escalonado en la dificultad de los juegos, produce la energí­a para seguir jugando.

Al iniciar el año escolar 2012, los directores y los maestros en los centros escolares, deben prestar más atención al “flow”.