Aunque el dolor invadió mi alma, después de que no alcancé las metas que me estimulaban a luchar incansablemente…

Aunque me voltearon la espalda quienes se decí­an mis amigos, después de que les pedí­ que me ayudaran en esos momentos difí­ciles.

Aunque tengo algunas señales de amargura en mi espí­ritu, después de que extravié mis ilusiones en el abismo de la realidad…

Y aunque lloré sin consuelo, después de que la persona que más amaba partió a la eternidad…

Aún queda en mí­ la seguridad de que estas semillas de angustia caerán en mi interior para brotar más tarde como flores de sabidurí­a y de triunfo.