Debemos aguantar, No me refiero a la virtuosa mansedumbre franciscana y pusilánime que nos recetaron frente a la implacable violencia, sino que al inevitable vuelo de las hojas del almanaque en la elección del Fiscal General. Aguantarnos en el sentido de paciencia. Como una conjunción astral, debemos aguardar la alineación exacta de varios acontecimientos: A) El primero en el tiempo es la elección del siguiente Presidente de la Corte Suprema, ello debe ocurrir el 13 de octubre de este año (salvo que no se pongan de acuerdo y en invocación de precedentes de lo resuelto por la Corte de Constitucionalidad continúe el Vocal I); con un nuevo Presidente del Organismo Judicial habrá, por lo mismo, nuevo Presidente de la Comisión. B) A continuación debemos estar pendientes a que, los abogados elijamos al nuevo Presidente del Colegio de Abogados quien habrá de tomar posesión en el mes de marzo de 2011. Igualmente se votará por un nuevo presidente del Tribunal de Honor. Con estos nuevos nombramientos se eliminará el escollo de los dos presidentes quienes son los comisionados más renuentes a inhibirse (y con razones justificadas para hacerlo). Los 3 nuevos comisionados entrarán sin objeciones. C) Luego están las universidades; en algunas de ellas, las menos, se habrá cumplido en estos largos meses de estío el período ordinario de sus decanos, entonces procederán a la elección o designación (depende de sus estatutos) de los nuevos decanos. Con ello se eliminaría el atascadero de nombrar representantes. Con los tres escenarios anteriores y gracias a la generosidad del calendario se habrá disipado mucha neblina, pero sigue quedando un fragmentado caleidoscopio porque en la mayoría de universidades se mantiene, correctamente, el criterio de no cambiar de decano por esta situación coyuntural externa y no estructural en sus propias instituciones. La figura de «representante», la pueden sacar del sombrero dentro de las normativas particulares de cada casa de estudios, pero no la pueden homologar en el texto constitucional. Francamente no entiendo, y lo digo con respeto, cómo un jurista (de hecho todos los que estamos en el centro de este huracán lo somos), acepte integrar la Comisión con el simple cargo de representante (igualmente ignoro los detalles de la excusa presentada por quien fue nombrada representante del Presidente del Tribunal de Honor). Habría que estudiar si no se estaría rozando la usurpación de calidades o violación constitucional, pues no le correspondería ejercer esa función no contemplada en la Constitución y si por el momento los impulsan y aúpan ¡quién sabe si en el futuro no los dejan solos! Pero hay otros beneficios que puede aportarnos la marcha de Cronos: que el 14 de abril de 2011 al conformarse con cinco nuevos abogados la próxima Corte de Constitucionalidad, se proceda a la revisión de la sentencia de marras y, al tenor del artículo 43 de la Ley de Amparo, se separe de ese criterio (son los únicos que lo pueden hacer) y convalide solamente la primera parte, ordenando que, simplemente, se vuelva a integrar la Comisión en la forma que lo establece el artículo 251 la Carta Magna, ni más ni menos. En el fondo de eso se trata, de respetar rigurosamente lo que claramente establece la referida Constitución. Las exhortativas a inhibirse contenidas en la misma sentencia, aunque bien intencionadas, estaban de más; inhibirse es algo muy personal y en todo caso los señalamientos debían ser fundados (derecho de defensa). Hace unos años, con el Serranazo, la Corte de Constitucionalidad jugó un papel de primera línea en el rescate de la institucionalidad. No siempre se puede. PS. La última posibilidad sería modificar el referido artículo 251 constitucional, pero es una opción más compleja y delicada y, en todo caso, tomaría muchos, muchos, muchos meses más y sí ¡nos urge consolidar el Ministerio Público!