El 11 de noviembre de 1918 terminó la primera Guerra Mundial que cambió el curso de la historia abriendo la puerta a otras guerras cuyas consecuencias se pueden hilvanar hasta el día de hoy con el temor de una guerra atómica.
El asesinato del Archiduque Francisco Fernando heredero de la Corona de Austria en Sarajevo fue el chispazo que inició las «movilizaciones» de ejércitos por parte de Austria y Alemania por un lado y Francia, Gran Bretaña y Rusia por el otro. Bosnia había sido anexada por Austria despertando el odio de los servios y croatas. Los disparos de Grabillo Prinzip el terrorista croata matando al Príncipe heredero y a Sofía su esposa y luego la exigencia de reivindicaciones casi imposibles de cumplir afirmaron el conflicto; la opinión pública de Austria y Alemania presionaba al Kaiser Guillermo y al Emperador Francisco José para no aceptar nada que no fuera un castigo ejemplar.
Las movilizaciones de los ejércitos austríaco y alemán y su contraparte el Ejército ruso con el zar Nicolás y sus aliados de la «Triple Alianza» Francia y Gran Bretaña desencadenaron la más tonta y festejada de las guerras, un desastre para la humanidad. No hay guerra buena e inteligente pero esa fue el sumum de arrogancias y vanidades de personajes ensoberbecidos que no supieron ver lo que venía detrás. La primera semana de agosto de 1914 se escucharon los cañones y se escucharían hasta el 11 de noviembre de 1918, dejando nueve millones de muertos y muchos más millones de heridos, lisiados de por vida por las secuelas del gas mostaza que inundaba las trincheras entre el lodo y el alambre de púas. Fue el inicio de la aviación como arma de combate, de la guerra submarina ilimitada, de la ametralladora y los cañones de largo alcance mientras la población civil por millones vivía los horrores de los bombardeos y el hambre.
Guatemala declaró su neutralidad el 12 de agosto de 1914, gobernando Estrada Cabrera, sin embargo al igual que toda Centroamérica empujada por su dependencia de Estados Unidos, el 27 de abril de 1917 poco después de la entrada de ese país al conflicto cortó relaciones con Alemania y canceló los exequátur a sus cónsules. Desde que se reveló el telegrama Zimmerman en donde Alemania ofrecía a México (Carranza era Gobernante) toda clase de apoyo y la devolución de Texas, Arizona y Nuevo México si entraba en guerra con Estados Unidos, Centroamérica había cobrado importancia por su vecindad con México.
La historiadora Barbara Tuchman recuerda cuatro años atrás en los funerales de Eduardo VII de Inglaterra, una mañana de mayo de 1910 cuando la mayoría de protagonistas de la Primera Guerra lucían sus galas y ocultaban sus ambiciones; el kaiser Guillermo II Emperador de Alemania, sobre un caballo gris luciendo el uniforme escarlata de Mariscal de Campo Británico (era nieto de la Reina Victoria; primo del nuevo Rey Jorge V y del zar Nicolás de Rusia) según dijo, había llegado a enterrar con Eduardo el obstáculo que se oponía entre Alemania y la grandeza, Alberto Rey de los belgas, cabalgaba con gesto modesto y ausente, el único que si estaba destinado a alcanzar la grandeza al defender a su patria Francisco Fernando heredero de Austria ignoraba que cuatro años más tarde iba a morir en Sarajevo. Teodoro Roosevelt asistía en representación del presidente Wilson. El ausente fue el zar Nicolás quien envió sendos mensajes a sus primos Georgy y Willy. En total en el Cortejo desfilaron muchos más personajes futuros actores de esa guerra; eran cinco herederos al trono, 40 altezas reales, siete reinas y gran número de plenipotenciarios. Al final además de la soberbia de sus protagonistas todo estaba motivado por el control de materias primas y el reparto colonial en una guerra que iba a abrir el camino a otras guerras. Personajes que iban a ser reconocidos años más tarde formaron parte de la masa anónima: Douglas MacArthur, George Tatton y Ernest Hemingway. Entre los millones de prisioneros que desfilaron al final caminaba un hombre que iba con los años a ser tristemente recordado por la humanidad: Adolfo Hitler.
Al terminar quiero referirme a la pena que pasó la familia Marroquín con el atentado contra José Carlos, hecho que ha despertado sobrado rechazo ciudadano por tratarse de un joven que con valor y decisión participa en la política para servir a su patria. Hablé unos minutos por teléfono con José Carlos y me agradó oír su voz decidida y serena, le decía que antes esas experiencias los amigos suelen decir «siga adelante» lo cual es fácil cuando el que habla está cómodamente en su casa, ahora bien, en el mundo no hay mucha gente decidida con predisposición para el patriotismo y Guatemala necesita patriotas.
Para Oscar Clemente, su esposa y familia y para la familia Pérez Avendaño mi enhorabuena por haber dado a la patria un joven decidido que lucha por sus convicciones.