Fin a guerra frí­a


Hoy los célebres monos del peñón de Gibraltar, en el extremo sur de España, asistirán con sorpresa al fin de la guerra frí­a el cielo de «La Roca», pues por primera vez desde 1954, un avión español aterrizará en el aeropuerto gibraltareño.


Un avión de la compañí­a aérea española Iberia será el encargado de poner fin en las alturas a un enfrentamiento de medio siglo entre Londres y Madrid por el uso del aeropuerto local.

De esta forma se reanudarán los vuelos entre el aeropuerto madrileño de Barajas y Gibraltar que interrumpió el general Francisco Franco en virtud de un antiguo contencioso histórico sobre la soberaní­a del peñón entre España y Gran Bretaña.

Después del túnel bajo el canal de La Mancha, Gran Bretaña perderá otra parcela de su orgulloso aislamiento, aunque sus alejados súbditos gibraltareños ganarán el derecho de viajar a Madrid o Alicante sin pasar por Londres.

Esta «mini-revolución» en «La Roca» se debe a un acuerdo histórico de cooperación firmado en octubre pasado sobre el uso conjunto del aeropuerto entre el gobierno español, el británico y las autoridades locales.

En nombre del pragmatismo, los dos paí­ses sacrificaron por ahora su ancestral disputa territorial sobre este territorio estratégico de 6 km2 y 30.000 habitantes, desde donde se ve la costa de ífrica.

A la espera de que se termine la construcción de la nueva terminal aérea en los próximos meses, el aeropuerto de Gibraltar seguirá conservando una excentricidad absolutamente «british»: su pista de aterrizaje atraviesa perpendicularmente el único acceso por carretera a la colonia.

Peatones y automovilistas que pasan de Gibraltar a España y viceversa, tiendas «duty free» o «Bobbies» de un lado y flamenco y corrida del otro, tienen primero que fijarse bien en que no esté llegando o saliendo ningún avión.

Y si acaso ocurre la regla evidente, aunque no escrita, es «respete la prioridad del avión a su derecha»… es decir, a la izquierda.

Para resolver el acertijo del aeropuerto Madrid y Londres tuvieron que adentrarse en un rompecabezas insospechable.

España cedió Gibraltar a perpetuidad a Inglaterra mediante el Tratado de Utrecht en 1713. Madrid reivindica su soberaní­a, prevista en el caso, muy poco probable, de que Londres renuncie a ella.

Pero el aeropuerto está construido sobre un istmo… que España nunca consideró como parte del territorio de Gibraltar.

El acuerdo alcanzado finalmente prevé que el nuevo aeropuerto se construirá a caballo entre la frontera y será sometido a los reglamentos aéreos de la Unión Europea (UE), con policí­as de cada reino en los extremos del pasillo comunicante.

La parte británica gestionará la seguridad. Los viajeros españoles no tendrán que cumplir los requisitos aduaneros como si se tratara de un vuelo doméstico.

Pese a todo, la reanudación de los vuelos no es sinónimo del fin de la rivalidad: un avión de GB Airways podrí­a poner fin el sábado a la cortesí­a británica pues partirá de Gibraltar y tiene previsto llegar a Madrid casi a la misma hora en que Gibraltar recibirá el aparato de Iberia en la ruta contraria.

Para Sergio Hermida, de 73 años, esto significa simplemente la vuelta a la normalidad. En 1954 habí­a formado parte del pasaje del último vuelo con España a bordo de un DC10.

Y lo hará en el próximo.

«Recuerdo que habí­amos encontrado una serpiente a bordo y tuvimos que ocuparnos de ella con un palo», explicó.

«Por entonces, las relaciones eran buenas. Pero luego vino la Reina a Gibraltar y todo se estropeó».

Ahora se prepara para volver a Madrid en el vuelo inaugural del sábado.

«Parece que ofrecerán bebida…¡corro el riego de volver a Gibraltar un poco alegre!», comenta.