Fieles esperan milagros de cráneos humanos en fiesta pagana andina


Unas mujeres rezan con su ñatita, en el Cementerio General de La Paz. FOTO LA HORA: AFP AIZAR RALDES

Fieles católicos de las ciudades bolivianas de El Alto y La Paz engalanan con flores, gorros o anteojos las «ñatitas», cráneos humanos a los que se atribuyen poderes milagrosos, en una fiesta pagana andina que se repite cada 8 de noviembre y es condenada por la jerarquí­a eclesiástica.


Una mujer carga a su ñatita. FOTO LA HORA: AFP AIZAR RALDES

Se trata de un ritual que se celebra una semana después del Dí­a de Todos los Santos y consiste en llevar las calaveras engalanadas a las capillas de los cementerios para ser bendecidas por sacerdotes católicos.

La costumbre, cuyos orí­genes nadie atina a validar, se inicia con el traslado de los cráneos, en urnas de vidrio, hasta las capillas y los cementerios, enfundados en vistosos sombreros y anteojos oscuros o algodones que rellenan las órbitas de los ojos, pero siempre adornados con flores.

Luego del ritual en los camposantos viene la fiesta en locales o domicilios con mucha música y bebida y en la que la ñatita es el centro del festejo.

La creencia popular señala que estos cráneos -algunas veces de familiares muertos, pero en la mayorí­a de gentes desconocidas- otorgan favores como dinero o salud a cambio de una retribución en ofrendas: tabaco, alcohol, coca, flores, velas, rezos y fiesta.

Cada ñatita tiene por lo general un nombre convencional.

Así­, Juancho se llama la calavera que se encuentra en una comisarí­a de El Alto, ciudad aledaña a La Paz, a la que los policí­as piden ayuda cuando las investigaciones criminales son complicadas. De paso contrarresta las ñatitas que puedan tener los delincuentes.

La festividad tomó en los últimos años tal envergadura que el arzobispo de La Paz, monseñor Edmundo Abastoflor, llamó a la feligresí­a a mantener sin contaminaciones la fe católica.

«No se le puede atribuir a estos cráneos poderes mágicos u ocultos porque esta práctica no responde al sentido pascual de la muerte cristiana; no es cristiano el pretender utilizar potencias ocultas queriendo ponerlas a nuestro servicio ni para bien ni para mal», dijo sobre la celebración de ayer.

Aunque este año el cementerio central de La Paz estuvo atestado de decenas de ñatitas, el capellán no celebró misa ni bendijo las calaveras, como en fechas pasadas, aunque puso al alcance de los fieles un recipiente con agua bendita.

Sonia, una señora que prefiere no dar su apellido, señala que tiene una ñatita. «Alguna vez le hago fumar y me ayuda en mi negocio», dice.

Mario Choque y su familia llevaron seis calaveras a la capilla del camposanto: las de sus dos hijos, de sus dos hermanos, de su padre y de su suegra.

«Les traemos a la iglesia para hacer bendecir y que cuide las posesiones, en la casa, en el negocio, también en el cuidado de la salud de la familia», dice Choque.

«Tienen mejor visión desde el cielo para cuidar las propiedades de la familia», agrega.

En una casa familiar de La Paz, la señora Rita posee nueve cráneos, cada uno con su nombre propio: Miguel, Angel, Omar, Dominga, Elena, Julián, Carlitos, Sebastián y Carmelo.

«Tenemos la devoción desde hace unos treinta años atrás» y representa «tradiciones que nos han dejado nuestros antepasados que hay que valorarlas. Nosotros no creemos en Halloween, no creemos en Todos los Santos sino en la festividad de las ñatitas», dice Rita a un canal de televisión, Bolivisión.

«Algunas de las calaveras son recogidas de almas benditas olvidadas en el purgatorio, a las que nosotros queremos, porque ellas interceden ante el Dios de la vida y el Todopoderoso para que tengamos su bendición», añade.