Fidel Castro y el diario oficial Granma advirtieron que los cambios en Cuba van hacia un mejor socialismo, mientras la disidencia trata de organizarse para una transición política que considera «tiene que llegar».
El líder de 81 años, retirado de la presidencia en febrero, advirtió hoy a los cubanos en uno de sus artículos de prensa con los cuales marca presencia que un retorno al capitalismo eliminaría los logros de su «revolución».
«Si el imperio (Estados Unidos) lograra obtener de nuevo el control de Cuba, no quedaría una sola de las escuelas de estudios superiores creadas por la revolución para ofrecer ese derecho a los jóvenes; enviaría a la mayoría a cortar caña», señaló Castro.
En 20 meses de Gobierno, primero provisional y luego electo, su hermano Raúl Castro, 76 años, promovió un debate social, levantó algunas prohibiciones y comenzó cambios en el sector agrícola para estimular la producción de alimentos.
Todo ello ha llevado a una secuencia de pequeños cambios que Washington califica de «cosméticos», y el historiador de La Habana, Eusebio Leal, de «profundos».
«Ni cosméticos ni profundos», opinó la ministra de Inversiones Extranjeras, Marta Lomas, al referirse a los cambios impulsados por Raúl Castro.
Ante manifestaciones de mercantilismo, denunciadas por la prensa, Castro advierte que «los que rinden culto al egoísmo sin restricción alguna por parte del Estado, lo cual califican de perturbador, no podrían construir jamás una obra social sólida y duradera».
Al mismo tiempo, el diario Granma abordó los cambios por primera vez de forma íntegra, pues algunos de ellos se han realizado sin reflejo en la prensa.
Rechazó que sean «decisiones unipersonales» (de Raúl), y ubicó el origen de esas reformas en la alerta lanzada por Fidel el 17 de noviembre de 2005, cuando advirtió que la revolución puede autodestruirse.
Esas transformaciones «forman parte del proceso iniciado y convocado por Fidel, profundizado por Raúl y la Dirección del Partido (Comunista)» y son «para perfeccionar nuestra obra, léase nuestro socialismo», señala.
El diario da la «bienvenida» al levantamiento de prohibiciones «vencidas por la vida», como el acceso libre a teléfonos celulares, alojamiento de hoteles y venta de electrónicos restringidos, pero destaca que los cambios reales «significan mucho más».
Indica que partiendo de la ética y de un retorno a la espiritualidad, se trata de priorizar «en particular aquellas variantes que cambian mentalidades a favor de incentivar la producción».
Añade que «la agricultura se perfila así como escenario de transformaciones que a mediano plazo deben impactar, para mejor, en la población. Lo avizoro, además, cual trampolín de otros cambios».
Por su parte, la disidencia interna ve los cambios como el inicio de un proceso de transición irreversible y trata de vencer sus diferencias y pugnas que la han balcanizado durante 50 años.
Tras anunciar la formación el jueves de una «Agenda para la Transición», integrada por 18 disidentes «a título personal», la opositora Martha Beatriz Roque dijo a la prensa que a Cuba «tiene que llegar esta transformación, porque ya hay un momento que no se resiste».
Prueba de ello -dijo- es «el cambalache» (cambios) emprendido por el Gobierno y afirmó que «estamos convencidos que el proceso de transición que se avecina en Cuba debe transcurrir en una atmósfera de reconciliación nacional».
Pero Granma sostiene que se trata de «perfeccionar nuestra obra, léase nuestro socialismo, como garante para no regresar nunca a la Cuba de antes de 1959».