Por primera vez en sus casi 900 años de historia, el emblemático museo parisino del Louvre abrió sus vestíbulos a la moda con un desfile de la casa italiana Salvatore Ferragamo.
La prueba de la singularidad del escenario estaba en la primera fila de la pasarela, la cual se llenó de celebridades como Freida Pinto y Leighton Meester, o la ganadora del Oscar, Hilary Swank.
La colección vacacional de mitad de temporada que se presentó el martes fue un homenaje a la marca que comenzó como fabricante de calzado para las primeras estrellas de Hollywood y se convirtió en un nombre destacado de ropa de confección tanto para damas como para caballeros.
El museo le otorgó a la casa de Florencia un acceso sin precedentes gracias a su patrocinio de la actual exposición la «La Virgen y Santa Ana», la última pintura del maestro florentino Leonardo da Vinci, en el Louvre.
El museo a su vez le rindió respeto a Florencia, una ciudad que al igual que París ha sido un centro de creatividad a través de los siglos.
Pero, ¿cómo pudo Ferragamo, una casa que se enorgullece de ser «Hecha en Italia», presentarse convincentemente en el museo más famoso de París?
La clave estuvo en adaptar el desfile al ambiente. Previo a la pasarela, el director creativo Massimiliano Giornetti dijo a periodistas que buscaba integrar técnicas de moda francesas en su obra junto con la estética del Louvre.
«La gama de colores claros de la ropa es a propósito y a tono con las piedras claras del Louvre», dijo Giornetti.
Por eso hubo piezas de piel beige y otras cremas por toda la pasarela, que se mezclaban con pieles en miel.
Giornetti, con siluetas que solían ser holgadas, mezcló impresionantemente la gama de color de la piedra caliza dentro del Louvre, común en los edificios de todo París.
Por suerte la presión que el director general Michele Norsa dijo que estaban enfrentando al llevar la pasarela a un lugar tan emblemático no afectó las prendas, pues los modelos eran en general muy relajados y fáciles de portar.
Un minivestido color miel, que se veía muy cómodo, fue uno de los triunfos de Giornetti con parches de piel beige que parecían un panal.
Sólo una de las piezas de la colección deslució con el estilo relajado, una chaqueta en color crema con costuras en piel que, por la falta de estructura, tenía un movimiento torpe.
Un vestido color crema a la rodilla con cientos de aplicaciones de estilo orgánico fue un guiño del diseñador a la tradición de la alta costura parisina con ropa muy detallada y costuras artesanales e intrincadas.
«Con la riqueza del detalle», dijo Giornetti, «esto podría ser una (respuesta) italiana a la alta costura».
A pesar de las referencias refinadas, los modelos destellantes iban acompañados con botas en piel de serpiente a la rodilla, lo que aseguró que Ferragamo no dejara de divertirse en su primer viaje a la Ciudad Luz.