FENí“MENOS PSíQUICOS EN LA VIDA DIARIA


Desde la infancia y durante toda la vida, nos gobiernan dos influencias, los Hechos y las Fantasí­as.


FANTASíAS

Los cuentos de hadas y de Caperucita Roja, hacen que nos creamos reyes o prí­ncipes. En la madurez observamos que no es verdad sino simplemente fantasí­a. Las fantasí­as podemos transformarlas en casi cualquier cosa, podemos soñar situaciones de paz y lo que nos rodea es la inquietud, contiendas y confusión.

La fantasí­a supone existencia en el presente o en el futuro, cuando puede no tener ninguna. Un individuo puede considerarse importante, en lo que dice o hace y creer que atrae la atención de los demás, y en verdad puede que nadie le esté prestando atención y hasta lo ignoren,

HECHOS

Son las cosas de hoy, las condiciones y circunstancias reales que se dan en la actualidad, que tienen existencia verdadera, como nosotros. Los hechos acumulados son experiencias vividas. Podemos negarlas o ignorarlas, pero ahí­ están. Con nuestra conducta podemos actuar como la avestruz, enterrar la cabeza, y rehusar reconocer todo; pero siempre serán parte de nosotros..

LA IMAGINACIí“N

La imaginación consiste en la combinación del presente y del futuro, funciona con cosas que tienen una existencia real, y se perciben, y relacionan con aquellas que ya han sido experimentadas por alguien más.

SU FUNCIONAMIENTO.

Se da en aumentar cosas proyectándolas dentro del futuro. Ejemplo, un ingeniero puede pararse al borde un gran pantano y observar las aguas turbias y los arbustos y pastos desagradables que crecen en el mismo; sin embargo al tiempo

que percibe estas realidades puede imaginar otra condición que surge, cuando ve a la vez máquinas que construyen, y que el agua se extrae del pantano, que se sacan los pastos, se alzan diques que rompen olas, y represas para evitar un futuro hundimiento de la tierra. Los ojos de su mente pueden ver una tierra negra, abonada y fértil, en lugar de las aguas sucias y turbias, y que la tierra se cultiva y ve los cuadros sembrados de vegetales y de ondulante grano. La tierra la imagina sembrada de árboles frutales, con granjas y pequeñas comunidades unidas con cosas que tienen en existencia para su subsistencia.

LA RAZí“N

La razón es uno de los productos de la imaginación, y su apreciación es manifiesta cuando se combinan los elementos de las cosas que hemos experimentado en una forma nueva, en un orden nuevo, debido al impulso de la razón que nos conduce a la acción. La imaginación dicta o establece el ideal, y la razón se sitúa en el presente, y lo pone en orden o proceso a través del cual puede alcanzarse la meta u objetivo.

La gente que cree muchas de las cosas que hace o ejecuta, y al no tener o conocer la manera de distinguir el hecho real de la fantasí­a, se desilusionan con la vida

DESTINO

Hay muchí­sima gente que es fatalista, es su forma de vivir. El destino la gobierna o, digamos, ella se somete ciegamente a esa creencia. Un fatalista es aquel que afirma que el curso de su vida, sea hoy o mañana, ya ha sido marcado, O sea que cada paso que dé es el resultado no de una decisión personal, porque su dirección está influenciado o concebido aun antes de su nacimiento, por lo que considera todo como una consecuencia de su destino predeterminado.

FATALISMO

La gente que mira su vida como si fuera una especie de pista de boliche y que simplemente se desliza hacia delante por poderes más allá de su control, y no le interesa que el resultado sea alto o bajo, y sencillamente se resigna a lo que quiera que sea, éste es el verdadero fatalista. No se inscribe como estudiante en ningún sitio ¿pues para qué va a estudiar? Obtendrí­a nada con saber más, su vida no experimentarí­a cambios, dado que sus anhelos o deseos propios no tienen espacio en su vida. Así­ pues, un fatalista carece de ambición y de iniciativa pues cree que nada puede cambiar de lo que el destino le señaló..

LIBRE ALBEDRíO

En oposición a la fantasí­a y el fatalismo, los hechos de nuestra existencia y la naturaleza que nos rodea son de í­ndole distintos. El hombre sí­ tiene la habilidad de razonar, evaluar y analizar las cosas, y está en capacidad de juzgar lo que es bueno y que es lo malo. Puede pensar, analizar y percibir, con voluntad propia, haciendo uso del don que el Espí­ritu Santo le dio, su libre albedrí­o.

Escrito por Jorge Mario Diéguez Pilón, para su familia y amigos, basado en lecturas relacionadas con los temas que se abordan…

jmdpilon@hotmail.com