Feliz y de pronto no


Gracias a ellos, si debo hablar en plural, le encontré sentido a la vida, podrí­a decir que aprendí­ a vivir, me hicieron sonreí­r tantas veces, me acompañaron en los momentos más tristes, más difí­ciles, cuando me sentí­a sola, perdida, abatida, ahí­ estaban, me hicieron llorar también, sutilmente y a moco suelto, me llenaron la mente de ideas, de sueños, de locura.

Claudia Navas Dangel
cnavasdangel@yahoo.es

Gracias a ellos, es que les debo tanto, recorrí­ ciudades impresionantes, deslumbrantes, seductoras, me dotaron de experiencias inimaginables, visiones, misiones, pasiones, porque no.

Gracias a ellos fueron leves los desvelos, los vuelos y los duelos.

Gracias a ellos, a mis libros, los de cuentos y poemas en la infancia, llenos de sueños, de amor, de fantasí­a, llenos de mi papá, qué mejor manera de tenerlo vivo en mi mente.

Gracias a ellos, a mis libros, las novelas de la adolescencia, inquietantes, perturbadoras, sentimentales, conocí­ el romanticismo, ese juego de versos y palabras, ilusiones que aún bailan en mis recuerdos.

Por ellos me encontré o voy llegando a ello, por ellos perdí­ el miedo, gracia a ellos, a mis libros, gracias a su páginas tapizadas de letras he descubierto la grandeza de mi humanidad, la pureza de mis ilusiones.

A ellos, a los libros, a quienes dedicaron su vida a las letras y porque no, a quienes dedican su tiempo a conectar a los soñadores escribientes con los soñadores perseguidores de sus voces les doy las gracias.

A quienes motivaron en mí­ ese maravilloso habito de buscar los libros, a quienes me incentivaron a tratar de escribir también, los mejores referentes de la maestrí­a, es decir Wilde, Wolf, Miller, el Bolo, Benedetti, Sábato, Luis de Lión, Mario Roberto Morales, Bukowski, el Divino Márquez, Sí¼skind, Anaí¯s Nin, Ana Marí­a Rodas, Saramago, Dalton y por supuesto Saint Exupéry, gracias, gracias, gracias.

Es algo que pienso siempre y que hoy, quizá, por la cercaní­a del dí­a en que se celebra al libro expreso, lastima que siempre en medio de la alegrí­a se cuela la tristeza, si pena, y hasta vergí¼enza, porque no todos podemos agradecer por ellos, no todos podemos llegar a ellos y vivir gracias a ellos. Va esto como un reclamo unido a mi celebración, como una petición para que la literatura se expanda, se explaye y para que los libros, benditos libros, sean asequible y disponibles para todos.

Por ellos me enamoré, o ilusioné y también a causa de ellos cerré capí­tulos enteros de existencia.

Por ellos le busque tres pies al gato,