En nuestros tiempos pareciera que lo que interesa a los artistas no es documentar la realidad sino las ingeniosas imágenes con las que ilustran conceptos encapsulados con la misma contundente coherencia de una campaña publicitaria.
De manera que cuando uno se entera de que habrá una exposición con obras que documentan algunos aspectos de la realidad cotidiana no sólo con el viejo espíritu crítico sino también con la tradicional exigencia técnica, no puede menos que asistir emocionado y nostálgico. En este caso no se trata de la exposición de un artista sino de dos, a los que, por otro lado, además de la intención artística, los vinculan lazos familiares: Félix Vidal Chacón y su hijo Ricardo, cuya exposición se inauguró el martes 5 de noviembre, en la galería El Túnel.
Se trata de artistas y de obras muy enraizadas en el contexto urbano de la ciudad de Guatemala del que extraen no sólo unas imágenes que luego desarrollan con un realismo admirable, sino también un discurso entre crítico y poético en el que tales imágenes se cargan de intenciones y emociones.
Así, a la frágil arquitectura de las carretas que Félix Vidal Chacón ha convertido en protagonistas de su pintura, se suman ahora los igualmente frágiles y no menos simbólicos muebles populares que su hijo, Ricardo Chacón Zaldaña —Ricardóch—, introduce en el espacio artístico de Guatemala.
Para quien camina por las calles de la ciudad, las carretas de tracción humana y las mesas y sillas de pino de las ventas improvisadas de jugos y frutas son elementos del escenario urbano de los barrios populares y recursos básicos para la sobrevivencia cotidiana de un amplio sector de la sociedad. Puestos en los cuadros de Félix y Ricardo se convierten en elementos formales y semánticos que no sólo evocan anecdóticamente el contexto al que pertenecen sino que articulan y sintetizan un complejo discurso social, estético y psicológico.
El paisajista esencial que es Félix redujo paulatinamente su campo de visión hasta concentrar su atención en un elemento que es absolutamente anti paisaje, que se opone a la lejanía panorámica y al concepto acrítico del arte; es más, se acercó tanto a este elemento que terminó por personalizarlo y haciéndolo el protagonista de sus sentimientos, anhelos y fantasías. Sus carretas, en efecto, tienen una personalidad que, más allá de sus formas y su utilidad, se eleva al cielo, proyecta sombras inquietantes en el espacio, o bien muestra el dibujo preciso y sugerente de su anatomía y su interioridad.
Los muebles de Ricardo recortan con precisión sus formas leves sobre el espacio transparente de su pintura. Las ha colocado en ese lugar transitorio e hipotético el artista que investiga diversas posibilidades formales, compositivas y de expresión, que van desde un realismo crítico hasta un hiperrealismo asombroso, desde un sueño alucinado hasta un juego constructivo, emocionante e ingenioso. Así, su significado y su poder evocativo es unas veces el del documento, otras el de la expresión poética y, otras más, el de la reflexión sobre los esfuerzos de la vida, diversidad de significados que de pronto convergen en un grafiti o en las raspaduras de una mesa mil veces pintada y repintada.
Félix, desde hace muchos años, y Ricardo, más recientemente, son por méritos y por derecho propio, protagonistas de primera línea del espacio artístico de Guatemala.
La exposición “Protagonistas del espacio urbano” permanecerá abierta hasta el 16 de
noviembre y puede ser visitada de lunes a viernes de 9:30 a 19:00 horas y sábado de 9:30 a 13:30 horas en la 16 Calle 1-01, zona 10, Plaza Obelisco.