La políticas que mejoren el acceso a servicios de salud y educación contribuyen a que las mujeres y los hombres cumplan sus expectativas reproductivas; pero significa, también, disminuir el ritmo de crecimiento de la población, y decrecería, asimismo, la desnutrición, la mortalidad infantil y materna, que afectan más a los habitantes de las zonas rurales y a los pueblos indígenas, con mayor índice de fecundidad.
Este enunciado no es novedoso, porque los sectores sociales mencionados son los más perjudicados por los fenómenos que acompañan a la pobreza y la extrema pobreza que alcanza alrededor del 54% de los guatemaltecos en general; y se incluye en las conclusiones de un análisis elaborado por la Alianza Nacional de Organizaciones de Mujeres Indígenas por la Salud Reproductiva, la Nutrición y Educación (Alianmisar), que respalda el derecho de ese amplio sector femenino a tener el número de hijos que desee y el momento de concebirlos, que en la actualidad registra una tasa de fecundidad por arriba del promedio nacional y evidencia elevado porcentaje de necesidad insatisfecha de servicios de planificación familiar.
La citada agrupación privilegia la reducción de la natalidad como factor para aminorar los estragos que provoca la desnutrición y la mortalidad materno infantil, cuyos argumentos los resumo del documento que recibí denominado “Guatemala: presente y futuro. Dos caminos 1010-1050”, que persigue demostrar el crecimiento de la población durante las próximas décadas y el efecto que tendrá en los recursos de salud, alejándose del crítico discurso de protesta de otras organizaciones que tienden a señalar al sistema excluyente y discriminador como generador de los problemas que afrontan las clases sociales más vulnerables..
Esta posición relativamente conciliadora de Alianmisar se trasluce al señalar que el crecimiento poblacional de Guatemala “representa un enorme desafío para las políticas públicas y la necesidad de integrar las variables demográficas en los planes de desarrollo de mediano y largo plazo”
Para el efecto, el informe plantea dos escenarios. El primero, llamado “Fecundidad constante”, se desarrolla bajo el supuesto de que el actual promedio de 3.6 hijos por mujer se mantiene persistente hasta 2050. Y el otro, denominado “Fecundidad en descenso”, parte de la hipótesis que el actual promedio disminuye l0.2% cada cinco años, a partir de 2010; de manera que en el primero de los casos la proporción de población pasaría del 54% al 59.46% de 2010 a 2050, de suerte que los menores de 15 años tendrían una reducción moderada, del 42% al 34% en cuatro décadas, y la población mayor de 65 años aumentaría del 4% al 6%.
En el segundo escenario, se registraría un incremento de la proporción de la población productiva, pasando del 54% al 67% entre 2010 y 2050, reduciéndose el porcentaje de la población menor de 15 años, del 42% al 25%, mientras que los mayores de 65 años aumentarían del 4% a casi el 8% en el mismo período.
Resumidamente, el optimista documento pronostica que si disminuye la fecundidad, el país tendría alrededor de 90 mil casos menos de desnutrición crónica, siempre y cuando se incremente los servicios de salud y la infraestructura hospitalaria.
(Apapucio Xitimul, miembro de numerosa familia y amigo de Romualdo Tishudo, le recuerda a Juan Verdaguer:-Todos los años la cigüeña venía a mi casa con otro hermanito. Bueno, más bien la cigüeña casi vivía con nosotros).