Mi Guatemala, mi noviecita morena de trenzas fluviales y mejillas tropicales. Desde la distancia y el valladar del tiempo implacable, veo que permaneces herida, aterrorizada, callada, condenada al dolor, así como te vi, cuando sin abandonarte, me llevé de ti, semillas de tu historia, pétalos de tu dignidad y de tu orgullo, frutos de tu rebeldía y de tu amor inmenso por tus hijos inclaudicables.
Hay fechas que no deben olvidarse, los veintes de cada octubre, los días primeros del mes de mayo, el día 28 de diciembre, en fin tantas como para marcar un calendario con gotas de tu sangre. Pero hay fechas para olvidar, para imaginar que jamás existieron, por puro pundonor, por dignidad, por vergí¼enza, fechas como las que ahora los deleznables embaucadores de la esperanza, tratan de poner en la memoria de los guatemaltecos. El proceso de paz, ¿qué paz? ¿Qué proceso? El fin del enfrentamiento armado, está mal dicho, tan sólo fue la opción que le quedó a nuestra generación, para mantener vivo el sueño de construir una Guatemala diferente, más justa, más nuestra. Recordar la fecha en que se cambió la estrategia de las armas, por parte de los asesinos en el poder, por no tener ya posibilidad de detener el crecimiento de la ira popular, eso no es correcto, habría que recordar si, las promesas, los puntos otorgados, los nombres de los que recibieron fondos internacionales, para construir un tiempo mejor, habría que no olvidar, a aquellos que prometieron y no cumplieron, a los que creyeron de buena fe y se acomodaron dentro de las fauces del gran embustero. Eso habría que recordar, también a aquellos que premonizamos el tiempo que vive nuestro país, los que gritamos a los cuatro vientos, que todo aquello, no era más que una gran farsa, gritamos tanto que nuestra voz se fue apagando en el estruendo del olvido.
Nunca cumplieron, no van a cumplir jamás, no tienen interés por construir una Guatemala mejor, ellos han hecho el gran negocio con la pobreza de nuestra gente, hoy ya no somos un país alzado en armas, somos sí, un país donde el narcotráfico impera, ahora ya no hay noticias de caídos en combate, de acciones rebeldes, no, ahora hay asesinados por las pandillas de vendedores de droga, que tanto abundan a lo largo y a lo ancho de nuestra América Central. La Guatemala que han construido, da asco, para qué recordar nuestro error de creer en los embusteros, tampoco hay que olvidar, pero eso sí, tenemos el derecho de retomar nuestras posiciones y de avanzar nuevamente en el camino glorioso de la revolución.