Fascinación de Picasso por Carmen


El museo Picasso de Parí­s dedica su última exposición a la fascinación del artista por Carmen, la heroí­na arisca y rebelde de Mérimée y Bizet que atraviesa toda su obra, y que encarna tanto a la mujer mito como al propio pintor.


«Picasso, Carmen. Sol y Sombra» presenta del 21 de marzo al 24 de junio unas 220 obras -pinturas, grabados, dibujos y fotografí­as- provenientes de los museos Picasso de Parí­s, Barcelona y Málaga, del museo Puchkin de Moscú y del Guggenheim de Nueva York, consagradas a una figura que fascinó al artista toda su vida.

Para Picasso, «el mito de Carmen es, como para nosotros, el de la mujer rebelde, provocadora, que paga con su vida su libertad», indicó a la AFP Anne Baldassari, directora del museo y curadora de la exposición.

Pero Carmen «es también la encarnación del pintor y de la pintura misma, en lo que tienen de opuesto al orden burgués», agregó.

«Carmen, es él», afirma la nueva exposición.

La figura de la heroí­na aparece desde 1898, cuando Picasso tiene 17 años, en el dibujo de una joven sonriente, con una pañoleta en el cabello, al que titula «Carmen». Pero también puede hallarse a Carmen bajo el nombre de «La Celestina» (1904), que serí­a una Carmen «madama» envejecida, de «Manola» la prostituta o de «Lola», la hermana del artista.

Ella es todas las mujeres, y particularmente las muchas del artista andaluz que retrató a todas en Carmen.

La visita comienza por una galerí­a de grandes retratos, pocas veces exhibidos en conjunto, donde se puede admirar a Olga Khoklova, a Fernande Olivier como la «Salchichona», bailarina de flamenco, o a una amiga, Benedetta Canals, peinada con mantilla.

El mito se transforma durante los años surrealistas, entre 1923 y 1935, periodo que la exposición destaca. Decenas de dibujos y grabados, crudos y crueles, muestran una Carmen que se convierte en torera, a la vez verdugo y ví­ctima del toro que la ensarta.

Una pequeña sala está dedicada a una colección de cartas postales bordadas que pertenecieron a Picasso, una de las cuales, «muy kitsch», sirve de afiche a la exposición, dice divertida la directora del museo. Pues Carmen es también para el artista español «una provocación frente a la España natal, pero también una nostalgia que imita», concluye.