El fanatismo consiste en la defensa apasionada de creencias, opiniones e ideas. De tal manera que la persona fanática solamente considera la existencia de una única verdad: la suya. Lo que digan los demás, o las otras realidades manifiestas constituyen una especie de mentira, que van en contra de ella, amenazan con su destrucción y son quizá un producto de intenciones malignas de los demás. Este sistema de creencias llega a producir distorsiones en su pensamiento y en la personalidad.
Así que el mundo se pinta como se imagina, se construye una realidad acorde a ello y se interactúa, se piensa, se siente y actúa de acuerdo a esa creencia. Ortega y Gasset afirmaba: que las creencias, “es lo que somos”.
Se ha descrito que “el pensamiento del fanático es concreto y dicotómico, sin matices ni discriminaciones, sacralizado, transformado en creencias que no admiten examen y excluyen la libertad de pensar”. También rasgos en su personalidad: La mayor parte de sujetos fanáticos sienten que se encuentran en el camino correcto, que son personas asertivas, se les observa conducirse con arrogancia, altanería, dureza, beligerantes y orientados al dominio del poder.
Se sienten con orgullo de sus ideas, les cuesta confiar o depender de otras personas, tienen un sentido combativo y tenaz de los propios derechos, sienten una superioridad moral de sus ideas políticas, religiosas, y otras. Tratan de imponerlas, para lo cual emplean desde la persuasión, coerción hasta la violencia.
La rigidez y obstinación de estas personas les hace ser prejuiciosas y con incapacidad de escuchar a los demás. Son intolerantes, intransigentes, su pensamiento no logra captar los matices policromáticos entre el blanco y el negro. Su comportamiento es paranoide y explosivo. Desconfían de los demás y presentan conductas explosivas de forma inesperada o injustificada.
Se ha descrito que de alguna manera todas las personas podríamos ser fanáticas, en tanto que somos lo que nuestro sistema de creencias nos orienta a ser. A ello se le ha denominado la normalidad del fanatismo. Existe fanatismo al deporte, en la política, en la religión, de tal manera que cada idea convertida en una creencia lleva el potencial de fanatismo.
El domingo pasado falleció, por muerte violenta, Kevin Díaz, joven guatemalteco de 17 años de edad, descrito por los medios de comunicación social como un hincha de Comunicaciones, quien usaba antes de morir una camiseta que le identificaba con este equipo de futbol. Al parecer tuvo un encuentro con simpatizantes del equipo contrario, quienes le ordenaron que se la quitara, a lo cual obedeció. Sin embargo, para los otros jóvenes no fue suficiente, así que lo acuchillaron hasta segar su vida. Este suceso despertó indignación y malestar por lo menos de manera inmediata, porque al transcurrir el tiempo, las cosas cambian, es como que si tuviésemos una programación ya incorporada para adecuarnos a semejantes noticias. En el artículo se describe en qué consiste el fanatismo y la conducta fanática para que podamos tener elementos que nos ayuden a emprender un juicio crítico de dicho evento.
Mi conclusión es que la muerte de Kevin Díaz no es la muerte por un encuentro de fanáticos del fútbol. Sino que esta es consecuencia directa al fanatismo a la violencia en nuestra sociedad. Lo que aún la hace más grave.