Faluya: Veteranos se preguntan si valió la pena


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La imagen de los cadáveres carbonizados de dos estadounidenses colgando de un puente mientras una muchedumbre les tiraba zapatos grabó el nombre de Faluya en la mente de los estadounidenses. La brutal batalla casa por casa para controlar ese bastión insurgente en Irak pasó a ser una epopeya de las fuerzas armadas norteamericanas.

Por ALLEN G. BREED y JULIE WATSON SAN DIEGO /Agencia AP

Por ello no sorprende que la reciente caída de la ciudad a manos de fuerzas pro-Al-Qaeda haya conmocionado a los soldados que lucharon allí.

Algunos describieron la noticia como «descorazonadora» y dijeron que les recuerda los sacrificios que hicieron, mientras que otros intentan poner las cosas en el contexto histórico de las luchas intestinas ocurridas tras el derrocamiento de Saddam Hussein en el 2003. Por duro que sea ver carteles islámicos en los edificios gubernamentales que ellos ocuparon alguna vez, no ven esta caída como algo permanente.

«Es algo decepcionante, muy frustrante», manifestó el coronel retirado de la infantería de Marina Mike Shupp, quien comandó una unidad que aseguró el control de la ciudad a fines del 2004. «Pero esto es parte de una guerra larga, y esta es apenas una batalla, otra batalla en la larga lucha contra el terrorismo y la opresión».

«No veo esto como una prueba de que nuestros esfuerzos fracasaron, por lo menos todavía», apunta Earl J. Catangus Jr, quien fue lastimado por un explosivo improvisado en Faluya y ahora enseña en una escuela militar. «Es un escenario de combate, una batalla entre las muchas que se han venido sucediendo desde el 2003. Lo que pasa es que entre nosotros, los estadounidenses, que le damos tanta importancia a esa batalla, se empieza a decir que es una ‘causa perdida’ y a hablar del ‘síndrome de Vietnam»’.

En la Infantería de Marina estadounidense, la batalla por ese antiguo centro comercial y cultural sobre el río Éufrates es algo especial.

Los combates comenzaron en abril del 2004, después de que los cadáveres de cuatro contratistas privados de la empresa Blackwatter fueron profanados y dos de ellos fueron colgados de un puente. Siete meses después arrancó lo que se denominó la segunda batalla de Faluya.

Durante varias sangrientas semanas, los marines fueron puerta por puerta, habitación por habitación, en lo que algunos describen como los combates urbanos más intensos librados por fuerzas estadounidenses desde la Batalla de Hue City, en Vietnam, en 1968.

«Estos jóvenes marines –chicos de 19 años– ingresaban a habitaciones oscuras, pateando las puertas, sin saber si encontrarían una familia iraquí muerta de miedo o un terrorista islámico listo para dispararles y matarlos», comentó el historiador Richard Lowry, que entrevistó a casi 200 veteranos de guerra de esa campaña y escribió el libro «New Dawn: The Battles of Falluhaj» (Nuevo amanecer: Las batallas de Faluya). «Y lo hicieron una y otra vez».

Unos 100 estadounidenses murieron y unos mil resultaron heridos en los combates, según Lowry, quien dice que la toma de Faluya tuvo un significado especial.

«Hasta ese momento, la nación se encaminaba hacia la anarquía, todo estaba fuera de control», afirma Lowry, quien tripuló un submarino en la guerra de Vietnam. Las fuerzas estadounidenses «fueron a Faluya, despejaron toda la ciudad y llevaron seguridad a la provincia de Anbar, permitiendo que los iraquíes realizasen sus primeras elecciones exitosas».

El historiador sostiene que para los estadounidenses, Faluya «fue un momento clave en la guerra». Y que por eso la caída de la ciudad en manos de Al-Qaeda es tan decepcionante.

«Si los marines estuviesen hoy allí, habría elementos de Al-Qaeda muertos por todos lados, pero la realidad es que esto es apenas el inicio de algo que la mayoría de la gente que ha estado prestando atención a lo que sucedía desde que comenzó la guerra sabía que se venía», manifestó el cabo Garret Anderson, que participó en la segunda batalla de Faluya.

El regreso de Al-Qaeda «era cuestión de tiempo», acotó David R. Franco, quien sobrevivió a la explosión de una bomba en las afueras de Faluya en el 2005. «Y esto será una constante».

Lowry cree que Estados Unidos «abandonó» a los suníes de la región y allanó el camino para que se instalase un gobierno chiita que «se encamó con los iraníes». Añade que se registra una nueva «polarización entre chiitas y suníes».

Catagnus y otros opinan que el tema es más complejo.

«Si ves (la serie televisiva) ‘NCIS’ o cualquier cosa en la que haya un marine, dicen ‘yo estuve en Faluya»’, comenta Catagnus, quien enseña historia en la Valley Forge Military Academy and College de Wayne, Pensilvania. «Todo el mundo habla de eso. Es la batalla que hizo verdaderos guerreros de los soldados».

Harry Croft, un expsiquiatra del ejército residente en San Antonio que atendió a más de 3 mil veteranos de guerra, dijo que la noticia de la caída de Faluya puede generar fuertes emociones.

«Me temo que Faluya puede ser la punta del iceberg», señaló. «Puede ser el inicio de una serie de cosas que harán que los veteranos se pregunten ‘¿qué sentido tuvo todo? ¿Para qué murieron mis amigos?».

«Estoy empezando a pensar que su muerte fue en vano», declaró Shirley Parrello, de West Milford, Nueva Jersey, cuyo hijo menor, el cabo Brian P. Parrello, de 19 años, murió en una explosión el 1ro de enero del 2005. «Espero equivocarme, pero las cosas no lucen muy bien por allí en estos momentos».