En mi comentario anterior me referí a la falta de capacitación de las fuerzas policiales para combatir con mayor eficacia a los delincuentes, lo que pude corroborar el último fin de semana cuando con mi habitual costumbre de caminar una buena cantidad de kilómetros, lo que aparte de contribuir a mi salud, sin dejar de padecer los achaques derivados de haber dejado de ser patojo hace ya muchos años, permite percatarnos con mayor detenimiento en muchas cosas que al timón de un vehículo automotor pasan desapercibidas.
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¿Se habrá usted percatado, estimado lector del mal comportamiento de nuestros agentes policiales? A esto le he venido poniendo cada vez más atención, por lo que puedo asegurar que están bien dotados de armamento, pero mientras lo portan, en vez de andar como decimos corrientemente ¡ojo al Cristo! adoptan la mala costumbre de abrir la boca, otro término muy chapín usado para destacar cuando no se pone atención a lo que se debe hacer, más aún, cuando se está desempeñando el trabajo de agente de la autoridad. Por ello, un par de mareros chispudos, de esos que no se tientan el alma para cometer cualquier barrabasada, en un santiamén muy bien podrían desarmar al más pintado de nuestros autóctonos agentes.
Lo anterior no es malo, sino pésimo. Porque la falta de preparación se trae al suelo tantos esfuerzos de la comunidad, como muchos millones de quetzales invertidos en recuperar la seguridad perdida de los guatemaltecos y más todavía, cuando no logra hacerse realidad la ayuda que países extranjeros nos quieran brindar. Lo anterior, puntualmente acaba de señalarlo John Feleey, Subsecretario de Estado norteamericano para el hemisferio occidental, cuando aseguró que no estamos listos o no contamos con el tren logístico necesario para mantener los helicópteros que podrían ser empleados para que luchemos en mejores condiciones contra el narcotráfico.
También es imprescindible capacitar a nuestra gente en esta materia, además de elevar la calidad de nuestra cultura y educación en general, si es que deseamos realmente salir del atolladero en donde nos encontramos. Eso de preparar pilotos o mecánicos de aviación no es cuestión de dos o tres meses, sino de dos o tres años y para ello, se necesita contar con personal estable, bien remunerado y satisfacer sólidos principios básicos, porque vaya si no se necesita mucho temple, voluntad y persistencia. En el caso de los policías, tampoco se trata simplemente de reciclarlos o de darles una delgada capa de conocimientos policiales, sino de formar a verdaderos profesionales contra el crimen. No cabe otra, hay que tomar en serio la administración pública. En nuestro mundo actual ya no tiene cabida la abyecta politiquería. Ahora más que nunca, se hace necesario que nuestras autoridades tomen en serio la capacitación, entrenamiento y buena formación de los servidores públicos, pues llegó la hora de dejar hacer chapuces o remiendos solo para salir del paso.