Falta de liderazgo


A partir de la Revolución del 44 y durante los gobiernos de Arévalo y Arbenz, en Guatemala surgieron personas e instituciones que asumieron papeles protagónicos de liderazgo que llevaron al paí­s por el camino correcto en donde los principios y valores fueron fundamentales para esta etapa de verdadera democracia y avance de nuestra sociedad hasta la desafortunada intervención gringa, que por poco termina el 2 de agosto gracias a un grupo de jovencitos de la Escuela Politécnica que pusieron de rodillas al «glorioso» ejército de liberación hasta que fueron traicionados por Rosell y Arellano.

Héctor Luna Troccoli

Dentro de los lí­deres de aquel entonces no pueden dejar de mencionarse a Manuel Galich, Ví­ctor Manuel Gutiérrez, Carlos Manuel Pellecer y tantos otros, particularmente obreros y campesinos, que con hidalguí­a y honestidad defendieron los valores que crearon y en los que creí­an. Fueron precisamente los sindicatos, las organizaciones campesinas y estudiantiles las que durante esos dos gobiernos tuvieron papeles protagónicos, sin olvidar a los maestros, que iniciaron lo que vendrí­a a ser la caí­da de Ubico y posteriormente la de Lázaro Chacón.

Vemos una historia relativamente reciente, que terminó abruptamente en 1954, es decir, hace menos de 54 años. De ese entonces para acá, Guatemala ha sufrido una desvaloración de su dirigencia sindical, que incluso en 1960 aún sufrí­a los embates de la represión hasta que ésta fue prácticamente aniquilada, al igual que la estudiantil y cientos de profesionales, obreros y campesinos asesinados inmisericordemente por la represión desatada desde el 62 hasta el 86. Es evidente que nunca hemos aprendido de los errores de nuestra historia.

Los gobiernos que vinieron después, particularmente el de Méndez Montenegro, Arana, Lucas Garcí­a, Portillo, sin olvidar a Arzú y Berger se distinguieron por la corrupción el amiguismo y el compadrazgo y los asesinatos del dí­a a dí­a, Cada uno en su propio sitial especí­fico.

Lo importante es que, transcurridos estos 54 años encontramos en este nuevo siglo a instituciones como la Corte de Constitucionalidad y de Justicia y el Tribunal Supremo Electoral totalmente mediocres ante la falta de liderazgos fuertes y honestos. Un Joviel Acevedo, con sus «caracterí­sticas» de antivalores y de ejemplo de lo que NO debe ser un maestro, dirigiendo, junto a su rosca privilegiada, a sus colegas, poniendo de rodillas al Estado mismo. Dirigentes sindicales, como Nery Barrios que se encuentra preso por varios delitos, ex dirigentes de la AEU que se aprovecharon de sus cargos para conseguir favores polí­ticos y «monetarios», jueces, fiscales, ministros, y por supuesto, el Congreso de la República, que tienen una diferencia abismal en cuanto a la moralidad y los principios honestos que conforman el verdadero liderazgo, como aquellos que estuvieron con la frente en alto durante los dos gobiernos revolucionarios.

Es necesario hacer estas comparaciones para que veamos como ha cambiado Guatemala, para mal, porque si hablamos de crimen organizado y de maras como impulsores de la violencia, una parte de su surgimiento y crecimiento se debe, precisamente, a que se cambiaron los valores y la honestidad de antes, por la indiferencia, la corrupción, la desconfianza, el odio, y la impunidad que nos atormenta ahora.

La falta de verdaderos lí­deres y la apatí­a de muchos que pretenden crear una nueva nación con solamente decirlo, nos obliga a repensar si estamos por el camino correcto.