Falta de educación alimenta penurias del pueblo gitano


Con 8 años de edad, Abel Bot está comenzando la escuela un poco tarde. Las últimas semanas han sido un curso acelerado de cómo ser un estudiante. Cómo agarra el lápiz, alzar la mano en clase o simplemente quedarse quieto en su asiento.


La fortuna de Abel ha cambiado desde que la policí­a francesa allanó su campo gitano en el suburbio parisino de Choisy-le-Roi y desalojó a todos sus residentes, como parte de una batida del presidente Nicolas Sarkozy contra asentamientos ilegales. La acción atrajo la atención de organizaciones caritativas, que ayudaron a ocho niños a inscribirse en la escuela. Para la mayorí­a de ellos, era la primera vez en un aula.

Para los entre 10 millones y 12 millones de Roma, como se conoce a los gitanos, un factor central en su pobreza es el poco acceso a la educación, con problemas que van desde inicios tardí­os hasta deserciones tempranas, desde escuelas segregadas en Europa Oriental hasta el diagnóstico equivocado de problemas mentales.

A veces la mitad de esos niños no terminan la escuela primaria, dijo una conferencia de la UNESCO el mes pasado, y muchos terminan en barrios miseria, atrapados en una pobreza que se extiende por generaciones.

Nacido en Rumania, pero criado en Francia, Abel es un niño encantador que hasta ahora está disfrutando las clases. Recientemente, en el patio de la escuela, el maestro Justin Lyot le dijo a la mamá del niño que éste es perspicaz, presta atención y deberá tener buenos resultados.

Los roma, que se piensa llegaron a Europa hace siglos procedentes de India, siempre han tenido dificultades. Hitler exterminó a más de 200 mil de ellos durante la Segunda Guerra Mundial. En Europa Oriental, el ex bloque comunista en el que se concentran los roma, muchos distritos escolares están tácitamente segregados, y los delitos derivados de la intolerancia contra ellos son comunes.

Grupos de derechos humanos dicen que miles de niños roma en la República Checa, Eslovaquia y otros paí­ses de la región están matriculados en escuelas para deficientes mentales, y sus familias son demasiado pobres para discutir porque esas escuelas proveen a los pupilos gratuitamente comida, ropas y suministros escolares.

Los roma están sujetos a un «apartheid no declarado», dijo Bernard Rorke, director internacional de iniciativas para los roma de las Fundaciones de la Sociedad Abierta, la organización del inversionista George Soros, que han dedicado casi 150 millones de dólares (110 millones de euros) a la causa de los roma.

«Hemos llegado a lugares en los que las escuelas tienen un edificio anexo en el que tienen a los niños roma», dijo.

Los estereotipos abundan: los roma usan a sus niños para mendigar y robar, viven en campamentos insalubres, no aprecian la educación para las niñas.

Michael Stewart, del University College London, que ha estudiado el tema, dice que los roma que mendigan son «una pequeña, pero altamente visible minorí­a», mientras que algunas familias muy conservadoras desalientan la asistencia a la escuela de niñas mayores de 13 o 14 años.

Pero dice que el mayor problema es la forma en que los niños roma son tratados por la sociedad: bajas expectativas de su maestros, estudiantes hostigados, y «maestros que no combaten la hostilidad de los otros niños contra los gitanos».

Ha habido retos legales. la Corte Europea de Derechos Humanos ordenó en el 2007 al gobierno checo que dejase de poner a niños roma en escuelas especiales: los checos dicen que se han hecho cambios, pero Amnistí­a Internacional dice que no está satisfecha.

Jack Greenberg, un profesor de la Universidad de Columbia que ha estudiado la situación, dice que el problema es la implementación. «En algún punto, nadie le está ordenando a nadie que haga nada».

Y Francia, un paí­s europeo que se ha considerado a sí­ mismo un paladí­n de los derechos humanos, sorprendió a muchos en julio cuando la oficina del presidente Sarkozy describió los campamentos de los roma como fuentes de «tráfico ilí­cito, condiciones de vida vergonzosas y la explotación de niños por medio de mendicidad, prostitución y delincuencia».

El 29 de septiembre, la Comisión Europea inició un proceso llevar a Francia ante la corte por las expulsiones de roma.

Mientras tanto, existen señales positivas en medio de la calamidad. Un programa de desegregación iniciado en el pueblo polaco de Vidin en el 2000 se ha extendido a unos 4.000 estudiantes roma en 11 pueblos. El régimen incluye transporte, libros de texto gratis para los pobres y entrenamiento de maestros. La organización no gubernamental que inició el programa dice que apenas el 2% de los niños roma abandonan la escuela cada año.

El ayuntamiento comunista de Choisy-le-Roi ha prestado a los roma un lote vací­o junto al ferrocarril, donde las ropas de los niños se secan en la cerca y madres con bebés en los brazos beben café dulce.

Los padres de Abel llegaron a Francia cuando él tení­a apenas un mes, esperando darle un futuro mejor. Ahora que él está en la escuela, la madre de Abel, Akha, sueña verle «crecer para ser lo que quiera ser».