Falsa competitividad


Miguel-Saquimux-2012

La palabra competitividad, es tal vez uno de los términos más utilizados en las últimas décadas, puesto que, el mismo ha tomado auge derivado de la variedad de ámbitos de la vida social en donde se encuentra su aplicación. Desde la educación hasta la economía, pasando por infinidad de contextos, todos los países, bloques, regiones y continentes, buscan interrelacionar los campos de acción, con la finalidad de aumentar las capacidades a todo nivel.

Miguel Saquimux Contreras
miguelsaquimux@gmail.com


En la actualidad, se busca formar competencias en las personas que son partícipes del proceso educativo, es por ello que los distintos pénsum de estudios han sido modificados con esa intención. La educación superior ha dado algunos pasos encaminados al mismo fin, implementando programas de estudios alternativos, obteniendo resultados poco perceptibles en el país -si se toma en cuenta la urgente necesidad que se tiene de profesionales e intelectuales competentes.

    Aunque el tema de la educación es fundamental, es imprescindible abordar todo lo relacionado a lo económico, en lo que a competitividad se refiere, puesto que, acá puede incluirse la esfera de la producción y comercialización.

    Cuando se toca el tema de producción, muchos coincidiremos que es un punto al que siempre se le asocia directamente con la palabra competitividad, y aunque a veces pueda percibirse, que lo que se produce en el país no se encuentra necesariamente en la esfera de la alta competencia mundial -porque básicamente se exportan materias primas y algunos productos agrícolas-, es innegable que siempre existe y existirá fuertes pugnas por el manejo de los mercados. Sin embargo, una cosa nos lleva a la otra, porque la concatenación de los hechos y los campos es inevitable, entonces, la relación entre producción y comercialización es el punto medular de la competitividad de un lugar.

    En distintos espacios públicos, sectores organizados afirman estar siempre a favor de que se propicie una competencia, misma que favorezca a los consumidores -específicamente en el tema de precios y calidades-, pero, cuando se analiza detenidamente esto, se encuentran profundas contradicciones. Por ejemplo, las políticas de “fomento a la industria local” han representado una palanca que sirve para el proteccionismo de sectores de la economía nacional, aprovechándose de las mismas para manejar precios e incluso estructuras de mercado, mediante la imposición de barreras no naturales a países vecinos y no vecinos.

    Entonces, la creación de barreras a la libre competencia, constituye una clara prueba de que el discurso de la competitividad se cumple a medias, porque al existir dicho proteccionismo, indudablemente el productor buscará aumentar sus ingresos a costas del precio.

    Un tema que es poco relacionado con la competitividad, pero que paulatinamente se está convirtiendo en una situación afín a la misma, son las circunstancias de los profesionales guatemaltecos. En este mercado laboral, también existen ciertos proteccionismos, los cuales se materializan a través de las reglas impuestas por algunos colegios. Es decir, que ciertas profesiones gozan de privilegios para ejercer, en contraposición a profesionales de otras latitudes del mundo.

    En conclusión, puede confirmarse que la competitividad es un término cuya aplicación es compleja, y que en Guatemala se emplea a cabalidad cuando conviene a sectores con capacidades de competir localmente. Sin embargo, cuando se trata de competir con otras realidades, esto se obvia y se hacen esfuerzos por proteger intereses de determinado fragmento de la sociedad y economía, perjudicando así al consumidor final nacional.