Falleció Nóbel de Fí­sica francés Georges Charpak


El francés Georges Charpak, Nobel de Fí­sica 1992 por los detectores de partí­culas, innovador de la enseñanza cientí­fica en las escuelas con una experiencia que inauguró en Bogotá y miembro de la Resistencia contra los nazis, falleció el miércoles en Parí­s a los 86 años.


Convertido en un cientí­fico apasionado, Georges Charpak habí­a nacido el 8 de marzo de 1924 en un gueto judí­o del este de Polonia, y llegó a Francia a los 7 años de edad.

Militante antifascista a los 15 años, Charpak se negó a colocarse la estrella amarilla en 1941 en una Francia dirigida por el régimen de Vichy que colaboraba con los nazis. Después de obtener documentos falsos a nombre de un tal Charpentier, Charpak logra sumarse a la resistencia contra el ocupante alemán. Pero es detenido y deportado al campo de concentración de Dachau.

Después de la guerra y de obtener el tí­tulo de ingeniero en la prestigiosa Escuela de Minas, Georges Charpak se orienta hacia la investigación cientí­fica en Francia y en la Organización Europea de Investigación Nuclear (CERN) de Ginebra.

De esa forma, adquiere una formación teórica del más alto nivel y pone en marcha aparatos cada vez más complejos y sofisticados para determinar la estructura fundamental de la materia.

En 1992, la Academia de Ciencias de Suecia lo distingue por «su invención y el desarrollo de detectores de partí­culas, en especial la cámara proporcional multihilo» realizada en 1968.

Padre de tres hijos y de aspecto atlético, Georges Charpak se preguntaba a veces si no habí­a «fracasado en su vida como hombre» porque «he sido un fanático de la ciencia y le he dedicado todo mi tiempo».

Y en efecto, su pasión por la investigación nunca lo abandonó.

A los 84 años trabajaba en un proyecto de aparato radiológico capaz de recibir de 10 a 50 veces más de rayos X en los niños que tienen problemas de columna vertebral y deben ser sometidos a menudo a esas radiaciones.

Inspirándose en su colega Leon Lederman del Fermi Nacional Accelerator Laboratory (FERMILAB) ubicado cerca de Chicago y especializado en la fí­sica de las partí­culas en las altas energí­as, Charpak lanza en 1996 la asociación «Con las manos en la masa» para renovar la enseñanza de la ciencia para que los niños aprendan experimentando.

«Esta es mi verdadera profesión y lo he logrado. Hemos inaugurado la Academia de Ciencias con 23 niños en la embajada de Francia en Bogotá y ahora Colombia se llenará de escuelas de nuestro tipo», se congratulaba Charpak, autor de ocho libros entre 1993 y 2008, al referirse a la citada asociación, que hoy en dí­a tiene además filiales en México, Brasil y Chile pero también en Afganistán, Eslovaquia y Marruecos.

El desarme nuclear también fue otro de sus compromisos de vida.

La Guerra Frí­a «fue un juego de locos y hemos tenido suerte porque no hubo invierno nuclear. Hoy, todo ha cambiado. Hay armas del tamaño de un pomelo que son fáciles de transportar y el conocimiento (ndlr: de esas armas) ha sido diseminado por Pakistán», decí­a Charpak.

Justamente el padre de la bomba atómica paquistaní­, Abdul Qadeer Jan, reconoció haber compartido secretos nucleares con Irán, Libia y Corea del Norte.

Georges Charpak opinaba que todos las armas nucleares del mundo deberí­an estar bajo control internacional para que Estados como Irán acepten jugar el juego. Cuando «los Estados tienen ojivas nucleares de reserva, están obligados a fabricar todo el tiempo porque la vida promedio del tritio (isótopo artificial del hidrógeno radiactivo) es de 12 años», explicaba.

Y estimaba que si no se toman esas medidas, los terroristas pronto tendrán «todo lo necesario para dar un buen golpe y chantajear a las grandes potencias».

El uso nuclear en el campo civil le parecí­a en cambio «inevitable» frente a las necesidades de energí­a de la humanidad.