Fallece Henri Troyat


El escritor francés de origen ruso Henri Troyat, prolí­fico novelista y biógrafo, también ensayista, falleció a la edad de 95 años, anuncia el diario parisiense Le Figaro en su edición de hoy.


Autor de más de cien obras, muy sensible al realismo del siglo XIX, era el miembro más antiguo de la Academia Francesa, donde fue elegido en 1959, y el decano de los prestigiosos premios Goncourt, que ganó en 1938 por «L’Araigne» (La araña), con 27 años. Se vendieron más de 100 mil ejemplares.

Lev Tarassov, su verdadero nombre, nació en Moscú en 1911 y se expatrió con su familia, de acaudalados negociantes, después de la revolución de 1917. Después de un largo viaje llegó a Francia en 1920, cuando tení­a 9 años. Más adelante se nacionalizó francés y se licenció en Derecho.

Siempre escribió en francés, pero su tierra natal fue una fuente inagotable de inspiración, en particular para sus biografí­as de los zares («Catalina la Grande» o «Nicolás I»), y clásicos como Pushkin, Dostoievski, Tolstoi o Chéjov. También publicó biografí­as de grandes autores franceses del siglo XIX: Flaubert, Maupassant, Zola, Verlaine, Baudelaire, Balzac, Dumas.

Su obra de ficción mezcla relatos de corte psicológico y ciclos novelescos de tema francés so ruso: «Tant que la terre durera» (1947), «Les Semailles et les moissons» (1953), «La Lumií¨re des Justes» (1959), «Les Eygletií¨re» (1965), «Le Moscovite» (1974) y el ciclo de Sylvie con «Viou» (1980), «A demain Sylvie» (1986), «Le Troisií¨me bonheur» (1987).

Su novela «La Neige en deuil» (1952) fue adaptada al cine y «Le Front dans les nuages» (1976) tuvo una versión televisiva.

«Soy un enfermo de la escritura, absolutamente fuera de la vida», admití­a este escritor que durante décadas cosechaba éxitos editoriales, dentro y fuera de Francia, con una novela y una biografí­a al año.

En 1994, un sondeo de la Sofres lo proclamó el escritor favorito de los franceses.

«Por mucho que me animen los que me alaban, doy la razón a quienes me critican», escribí­a este coloso tierno y tí­mido de grandes gafas de montura gruesa.

Aseguraba que «nunca cedió a las modas comerciales: las del erotismo, la nueva novela o la autoficción. Si divierten a mis colegas, tanto mejor. Pero yo me mantengo alejado. El novelista debe desaparecer detrás de sus personajes. Debe dar a luz y desaparecer inmediatamente después».

Su último libro, «La traque», fue editado en Francia en febrero de 2006.