Factores que no se ven


La poca información al votante brindada por el Tribunal Supremo Electoral podrí­a generar problemas de ubicación de mesas, particularmente en el área rural.

Julio Donis,

Sociólogo

Estamos a pocos dí­as del llamado por mí­ dí­a E. Confluirán en dicho evento electoral una serie de factores técnicos, polí­ticos y jurí­dicos que se pondrán a prueba por primera vez en el diseño del acto electoral, y que representa el primero de una etapa marcada por la implementación de cambios o reformas, y que tiene como ámbitos especí­ficos el sistema electoral y el sistema de partidos polí­ticos. Naturalmente y por contrapartida habrá cambios en la percepción y en el ejercicio de los ciudadanos que probarán también aquellos cambios.


Esta elección será diferente en muchos sentidos, en primer lugar podemos señalar lo remarcado hasta la necedad: el voto en esta elección es descentralizado. Esto representa quizá el factor de mayor diferenciación, pues significa en palabras cortas que si antes se votaba en las cabeceras departamentales, ahora se podrá hacer en una serie de circunscripciones que abarcan el nivel municipal y aldeano hasta completar miles y miles de mesas de votación a lo largo de todo el paí­s, en un afán de acercar la mesa al ciudadano hasta su lugar de vivienda.

·Resultados lentos

De lo anterior conecto con otra diferencia para esta elección, el tiempo. Me refiero a que si estábamos acostumbrados a recibir resultados en las últimas horas del dí­a del sufragio, esta vez no será así­. La razón es sencilla y hasta cierto punto abrumadora; el Tribunal Supremo Electoral tiene el reto en esta ocasión de hacer trasladar miles y miles de actas electorales hasta el centro de cómputo en la capital, para su procesamiento y posterior transformación en resultados oficiales. Esto hará que si bien va, los primeros resultados empiecen a salir el lunes diez por la tarde.

Van dos observaciones de pertinencia para el dí­a E, no se desespere y no se desvele esa noche porque los resultados aún estarán siendo procesados. Segundo, para los partidos en la misma tónica, deberán presentar paciencia y esperar a la primera conferencia de prensa del Tribunal, que dicho sea de paso le cabe también una observación, los señores magistrados y su Presidente deben empezar ya una estrategia pública para dosificar las expectativas para las horas posteriores al cierre de las mesas de votación. Una posibilidad puede ser el indicar que se darán resultados cuando se tenga un mí­nimo porcentaje procesado, en vez de comprometerse a una hora determinada. Por favor no confundirse, es previsible que lo que sí­ esté listo sean los datos del departamento de Guatemala, aunque será pertinencia del TSE la difusión de los mismos.

Otra diferencia está relacionada con el calendario electoral. Fruto de las reformas se adelantó el dí­a de las elecciones a inicios del mes de septiembre, lo cual tiene tres consecuencias. La primera creo que es buena, se acorta la campaña a cuatro meses definidos; claro, sin tomar en cuenta los que salieron antes del disparo de arranque. Luego se posibilita una mejor condición que favorecerí­a la participación electoral, pues las fechas están más lejos de la fiebre consumista y anomia generalizada que ocasionan las fiestas de fin de año. Un tercer resultado es que el partido que asuma la conducción del gobierno, tendrá un poco más de tiempo para asumir una adecuada transición con los responsables salientes, antes esto se hací­a en dos semanas más o menos.

·Clima, riesgo inminente

No todo es color de rosa y uno de los riesgos inminentes es el clima porque septiembre es mes de agua. Nada más resalto aquí­ que si el fin de semana que pasó se repite para el ocho y nueve próximo, con un similar régimen de lluvias, pues hasta se pueden mojar las papeletas. Como dijo un conocido en tono muy categórico: «recuerdo que el nueve siempre llueve» ¿por qué? dijo otro, «porque ese dí­a es el cumpleaños de mi suegra».

·Un dí­a E muy difí­cil

El padrón también tiene diferencias. Ahora hay casi un tercio de habilitados para votar que se actualizaron, esto significa que su centro de votación no es el mismo de la última elección y quiere decir también que debe buscar el nuevo lugar, claro que eso supone adecuados canales y campañas de información por parte del Tribunal, que debieron haber salido mucho antes. Esa previsible confusión de búsqueda de los centros de votación será más dramática en áreas rurales y rurales extremas en medio de complejidades culturales y geográficas, que podrí­an hacer del dí­a E muy difí­cil.

Por supuesto para los partidos polí­ticos el reto de asumir la nueva cartografí­a electoral implicará un despliegue muy grande de fiscales. A corto plazo esto podrí­a tener una deducción positiva en el fortalecimiento de la organización territorial del partido. Digo, serí­a más fácil si los partidos tuvieran filiales departamentales y municipales por tradición institucional que por oportunidad electoral.

Esta elección tiene muchas más controversias pero ya no me da el espacio, todas son fruto de la apuesta aún tí­mida de la clase polí­tica, que se decidió a reformar el régimen normativo de la Ley Electoral. Sin embargo, más allá de lo catastrófico, complejo o adverso que pueda ser el nueve (espero no sea así­) les recuerdo que esta elección es la primera de esa nueva etapa, y como tal la institucionalidad polí­tica y electoral está llamada a aprender de los cambios que ocurran ese dí­a.

·Harto de rostros vací­os

Una última para terminar. Estos dí­as la ciudad está a reventar de rostros con caras feas y bonitas (más de las primeras), más hombres que mujeres, más viejos que jóvenes y más ladinos que indí­genas. Todos bien retocados con la mejor sonrisa posible en vallas multicolores que atiborran postes, calles, arriates, paredes, calzadas y hasta el silo de la zona doce. Todos queriendo decir: ¡elí­jame a mí­! ¡Vote por mí­!, ¡Fí­jese en mí­! ¡Yo soy el bueno! ¡Soy nuevo! ¡Yo tengo experiencia! en una competencia que parece suponer que el que más anuncios ponga más posibilidades tiene. Yo por lo menos estoy harto de rostros vací­os.