Nuestro pobre país sigue exhibiendo sus miserias. No solo elegimos a un mal Presidente que robó descaradamente, sino, además, lo juzgamos… y lo absolvemos. Y para ponerle la guinda al pastel, se lo entregamos sin ningún recato a un país extranjero, para que lo juzguen por un delito allí cometido. Es cierto que robó y es cierto que corrompió, pero fue nuestro Presidente; fue electo por mayoría, y representó a nuestro país ante todo el mundo. Entregarlo así no más a un país extranjero, evidencia la triste categoría de un Estado que sin ningún pudor y sin la menor vergí¼enza entrega a un su expresidente a un país extranjero para que se le aplique una ley extranjera.
Rafael Fonseca Corzo
Se ha comentado al respecto, que esta medida es una forma de combatir la impunidad y la corrupción. Estas aseveraciones no tienen ningún sentido, pues para evitar la impunidad se le debió haber juzgado de manera tal, que no permitiera que, con base en triquiñuelas legales artificiosas, los tribunales le absolvieran vergonzosamente; y en cuanto a la corrupción ¿Qué tiene que ver el hecho de que se entregue a un expresidente a un país extranjero, con el espantoso cáncer de la corrupción que tiene metástasis en todas las esferas en este pobre país y cada día que pasa nos corroe y nos degrada sin detenerse?
¿Qué ventaja saca Guatemala al entregar servilmente al que fuera una vez su Presidente Constitucional? Absolutamente nada, como no sea el quedar bien, humillándose ante un país poderoso. Y a todo esto ¿en dónde están los cientos de millones robados descaradamente? El apoderamiento de esas enormes cantidades de dinero ha producido una grave herida en la deteriorada economía de este país, y más que la persecución y prisión de Portillo, debería buscarse la forma de resarcir al Estado del daño que le ocasionaron el pillaje de Portillo y sus cómplices. Perseguir a Portillo para encerrarlo en una prisión, aquí o en los Estados Unidos y no tratar de resarcir el daño ocasionado recuperando los millones robados, más que justicia parece una venganza tonta y estéril.
En último caso se debería entregar a Portillo con la condición de que Estados Unidos utilice su inmenso poder y su enorme influencia para localizar todos los millones que pasaron por sus bancos para que sean recuperados y entregados a su legítimo propietario: el Estado de Guatemala.