La desesperación por encontrar a un familiar motiva a centenares de guatemaltecos a crear sus propios mecanismos de búsqueda, de los cuales no siempre obtienen la respuesta esperada. Al contrario, algunos casos documentados evidencian cómo delincuentes extorsionan, chantajean y detienen la labor de las familias afectadas, ya que en muchos casos no tienen a los menores pero desean lucrar con información “falsa”.

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Según el Sistema de Alerta Alba-Keneth, hasta el 25 de abril se reportan 606 niños y niñas desaparecidos.
Allan Moisés Chacón Osorio, de 11 años, desapareció el 27 de febrero de 2012 en el kilómetro 11 de la carretera al Atlántico. Más de un año después, su ausencia encierra muchas preguntas sin respuestas, pues antes de abandonar su casa dejó una nota escrita por él mismo para su madre, a quien le anunciaba que salía de la casa porque “iba a ensayar” con un amigo.
Esa fue la última información que se tuvo de Allan, un niño que no tenía “conocidos” en el condominio donde vivía, porque recientemente se habían trasladado de Santa Faz en la zona 6 hacia ese lugar, indica su madre Marta Rebeca Osorio.
“Ese día –en que desapareció– yo no estaba porque me encontraba haciendo unos trámites para mi suegra que no vive en la capital. Él –Allan– dejó un papel en sus cuadernos donde decía “mami, voy a ir a ensayar con un amigo”, pero no había ensayo. Mi hija de 18 años vino antes que yo y me contó que las puertas de la casa estaban abiertas y que Allan ya no estaba. Él no tenía amigos porque aquí recién llegamos de Santa Faz”, indica Osorio.
El tiempo transcurrido por la desaparición del niño causó tensión en la angustiada madre, que al observar una autopatrulla de la Policía Nacional Civil (PNC) pidió que le tomaran la denuncia. Al siguiente día fue al Ministerio Público (MP) para ratificar la información, sin embargo, dice que esta instancia no ha avanzado en las investigaciones del caso de su hijo. “Mi nene lleva mucho tiempo desaparecido y el MP no ha hecho nada”, indica.
La Hora consultó a Cristian Dávila, fiscal del MP asignado a la investigación, sin embargo, dijo que no estaba autorizado para referirse a casos en específico, por lo que no se obtuvo detalles del expediente de Chacón Osorio.
Desde entonces, la situación de esta familia se ha complicado. En noviembre de 2011, Alexander, de 14 años y hermano de Allan, huyó por 13 días de su casa y permaneció en la residencia de un vecino en Santa Faz, que según dicen práctica “brujería” y atrae a jóvenes de los asentamientos para convertirlos en adictos a las drogas y a los juegos de azar. Todo apunta que el adolescente abandonó su casa porque le deprimía observar algunos problemas que atraviesa su padre.
Osorio dice que no puede creer que el niño de 11 años tomara la misma decisión que su hermano, pues observó su desesperación y según ella le preocupaba verla sufrir. “Allan era mi niño pequeño, el consentido y estaba muy apegado a mí. Cuando su hermano desapareció me decía que lo íbamos a encontrar y que no quería verme triste”, indica.
“QUIERO Q160 MIL”
Dos días después de presentar la denuncia en el MP y la PNC, Marta Osorio dice que recibió dos llamadas de una mujer que le exigía Q160 mil a cambio de devolverle a su hijo. En el MP, el caso fue remitido a la Unidad Antisecuestros, pero el expediente nuevamente volvió a la Unidad de Personas Desaparecidas, indica.
“Una vez me llamó una mujer que me dijo: Rebeca yo tengo a tu hijo y quiero Q160 mil para hoy. No me dejó hablar. Por eso creí que no era un secuestro, pero de todas formas les dije a los del MP”, refiere la entrevistada.
La siguiente llamada provino de la misma persona, quien le indicó, “¿Qué pasó con el patojo? Nada de decirle a la Policía, porque te tenemos controlada”, relata.
Según dice, la información fue rastreada por las autoridades para determinar quién realizó esas llamadas, pero el número aparecía como “restringido”.
La progenitora de Allan tiene muchas dudas al respecto, sobre si el mismo vecino de Santa Faz que retuvo a su hijo de 14 años podría tener al otro menor, o si la sospechosa es una residente de su condominio que rápidamente se ganó su confianza y la de sus hijos, a tal punto que obtuvo el número de celular de la familia.
“Yo le dije al MP de ese brujo y cuando vine a la colonia les hablé de una mujer que vive aquí en la esquina, que se hizo amiga de mis hijos y de mí; supuestamente estaba enamorada de mi hijo grande. Mi familia es evangélica y mi propósito era llevarla a la iglesia, pero ella se droga y no es una buena persona, le dije al MP y tampoco la han investigado”, indica.
Al día de hoy, el pequeño Allan sigue desaparecido, no hay pistas de su paradero y las investigaciones apuntan a que la llamada pidiendo dinero fue hecha por alguien que quiso sacar ventaja de la situación.
CASO SIMILAR
La Unidad de Niñez, Adolescencia y Personas Desaparecidas de la PNC documentó un caso similar, pero con un final positivo. El 18 de abril fueron recuperados dos niños de 3 y 6 años, en la zona 1 de San Raymundo; ocho días antes de su localización se emitió una alerta Alba-Keneth derivada de su desaparición y la familia no inició su propia búsqueda, lo que no dio lugar a gente inescrupulosa para intentar cobrar por información “falsa”.
La madre de los menores de edad recién habían emigrado a Estados Unidos y los delincuentes –quienes están investigados e identificados– le exigían Q40 mil por ellos. Para amedrentarla colocaron la fotografía de una mujer observando en una fosa a un bebé muerto, en una de las cuentas de redes sociales de la progenitora.
“Los delincuentes colocaron esa foto para amenazar a la señora, para que ella viera que si no entregaba el dinero sus hijos iban a aparecer muertos de esa forma, pero como la atención fue inmediata los niños fueron localizados y ella no pagó nada”, refiere una fuente policial.
Los investigadores logaron individualizar a los responsables; se presume que éstos enviaron a una mujer para que entregara a los niños y dijera que desconocidos se los regalaron.
“Nuestra investigación ya finalizó y fue trasladada al MP, ahora solo falta que ellos nos den la orden para capturar a los responsables”, se indicó.
606 CASOS VIGENTES EN 2013
Franklin Azurdia, director de la Unidad Operativa del Sistema de Alerta Alba-Keneth, explica que del 1 de enero al 25 de abril de este año activaron 1 mil 662 alertas, de las cuales aún no han sido desactivadas 606. Esa cifra representa el número de niños que aún no han sido encontrados.
“Desde el 1 de enero hasta el 25 de abril habíamos generados 1 mil 662 activaciones, de esas hemos desactivado un 64 por ciento que equivalen a 1 mil 56, tenemos aún activas o en acciones de búsqueda, un 36 por ciento que corresponden a 606 casos, pero ya tenemos más de 150 ubicados, porque para desactivar nosotros tenemos que cumplir requisitos y uno de estos es ver al niño y establecer en qué estado se encuentra y ahí las familias ya no colaboran”, explica el entrevistado.
Según el representante de Alba-Keneth, en el tema específico de extorsión o chantaje para devolver a los menores de edad, no se ha tenido mayor información, pero cuando se originan algunas situaciones como estas se remiten bajo la tipificación de secuestro al MP.
“Creo que esos casos encuadrarían en secuestros, porque si el niño está desaparecido y llaman para exigir dinero para que los familiares vuelvan a verlo, eso no es extorsión, sino secuestro”, indica Azurdia.
El jefe Operativo de la institución, recomendó a los familiares de menores desaparecidos que confíen en ellos y que no emprendan su propia búsqueda, pues esto podría ser contraproducente.
“Es necesario que los padres acudan con nosotros para que articulemos las acciones de búsqueda, que nos permitan a nosotros actuar, porque no es ciento por ciento bueno que los padres coloquen fotografías y que ellos organicen su propia búsqueda, porque eso les da elementos de información a personas que van a aprovecharse de las circunstancias y que pueden querer obtener beneficios que hacen a las víctimas”, indicó.
El profesional agregó que la denuncia de desaparición debe ser inmediata por parte de los padres, quienes son una fuente muy importante para encontrar a los menores de edad, lo lamentable es cuando no hay comunicación entre padres e hijos y cuando no conocen a sus amigos, o peor aun cuando ni siquiera hay fotografías recientes de los niños y niñas.
HIPÓTESIS
Expertos en Criminología y Criminalística consultados, indican que existen varias hipótesis en algunos casos de desaparición, los cuales pueden responder a la perpetración de un crimen, a migraciones, retenciones o la simulación de desaparición.
Sin embargo, agregan, que cada caso debe ser analizado de forma individual y enmarcarlo en el espacio y en contexto que le corresponde, además de conocer el perfil de la víctima, para poder emitir una respuesta eficiente según ciertas características.
Según se indica, es necesario establecer si es prudente o contraproducente colocar el rostro de un desaparecido y publicitarlo, pues también puede resultar un atractivo para grupos delictivos.
Mishell de Leal, de la organización Madres Angustiadas, dice que es complicado saber en qué momento se puede publicar cierta información, pero siempre es conveniente denunciar.
“Por un lado uno quiere publicitar la pérdida o ausencia de su ser querido, porque es una forma de que por medio de otras personas que lo hayan visto ayuden a encontrarlo, aunque desafortunadamente malos ciudadanos o malas personas se aprovechan de la tragedia humana para sacarle provecho a esa situación, a veces no hay elementos de juicio para saber qué es peor”, manifiesta De Leal.
La profesional agrega que solo a través de la denuncia ante las autoridades competentes se lograrán erradicar los delitos y contribuir a develar información importante.
CASOS ILUSTRATIVOS
El 18 de abril fueron recuperados dos niños de 3 y 6 años, por quienes sus victimarios exigían Q40 mil, a cambio de no hacerles daño. Los delincuentes no cobraron ese monto por la intervención policial y la familia no inició su propia búsqueda.
El 24 de mayo de 2011 desapareció Brenda Lissete Escalante Martínez, de 17 años. Delincuentes, aparentemente privados de libertad en Pavón, exigieron a su progenitora, Silvia Martínez Q30 mil para entregarle a su hija, sin embargo, se trataba de una falsa alarma. Anteriormente Martínez había colocado la fotografía de la adolescente y un número de teléfono en diferentes paradas de buses en El Trébol.
Fidelina Velásquez, madre de Melany Sucely Velásquez Barrios, de 18 años, asesinada en mayo de 2011, fue víctima de extorsión por delincuentes que le cobraban Q50 mil para entregarle el cuerpo de su hija, pues únicamente apareció su cabeza frente a una zapatería que se ubica en la Colonia Lo de Bran, zona 6 de Mixco. La madre de la joven no pudo darle sepultura a su cuerpo. Se presume que las llamadas provenían del Preventivo de la zona 18, estas se hicieron efectivas cuando ella ofreció su número de teléfono a un medio de comunicación televisivo.
Marta Rebeca Osorio