Extensión universitaria y Revolución del 20 de Octubre de 1944 -IV-


Para quienes no hayan leí­do los artí­culos anteriores, les informo: en el primero, abordé la celebración del cuadragenario aniversario de la creación de la Dirección General de Extensión Universitaria de la Usac, organizada por su Director, doctor Jorge Solares, acto al que nos designó a tres participantes de la Revolución de Octubre, licenciado í“scar Barrios Castillo, doctor Carlos González Orellana, licenciado Efraí­n de León y a mí­, para que evocáramos gestas de la «Primavera Democrática» y así­ lo hicimos. Yo inicié el análisis de la Polí­tica Económica proteccionista de aquella época y lo continué en el segundo; en el tercero, principié a tratar el tema Trabajo y Previsión Social, el cual terminaré en este artí­culo y comentaré el proceso de Reforma Agraria y cerraré la serie de estos escritos, recordando la patriótica salvaguarda de la soberaní­a nacional.

Alfonso Bauer

Continuando con el tema de Trabajo y Previsión Social, he de decir que durante los años de la Revolución de Octubre, el Ministerio de Trabajo, que integraba una unidad con el de Economí­a, para atender debidamente a los trabajadores del paí­s, contaba con un cuerpo de Inspectores de Trabajo, capacitados, honestos y diligentes que supervisaban a los empleadores y les hací­an cumplir las disposiciones tutelares de la Constitución de la República y del Código del Trabajo, que garantizaban los derechos de los asalariados. Además, la responsabilidad del desempeño de la función judicial por parte de jueces y magistrados de la jurisdicción privativa de trabajo, aseguraba justicia social a los trabajadores y, en especial, a menores de edad, mujeres y adultos mayores.

En cuanto a Previsión Social, baste saber que a un año de haber tomado posesión de su cargo, el presidente Arévalo, creó el Instituto Guatemalteco de Seguridad Social.

REFORMA AGRARIA. Con anterioridad a la Revolución todaví­a prevalecí­a, como ahora mismo, el régimen latiminifundio, establecido en el siglo XVI por los conquistadores españoles. Fue el diputado Jorge Garcí­a Granados, quien redactó varios artí­culos de la Constitución de 1945, que sentaron la base jurí­dica para realizar la reforma agraria (Artí­culo 83, declaratoria de utilidad e interés nacional el mejoramiento económico, social de los grupos indí­genas), (Artí­culo 90, Propiedad Privada, garantizada como función social), (Artí­culo 91, Prohibición de los latifundios).

El presidente Arévalo no realizó la reforma agraria, pero sí­ patrocinó la Ley de Arrendamiento que facilitó a los campesinos el acceso a la tierra. El presidente írbenz sí­ la inició. En junio de 1952, el Congreso aprobó el Decreto 900, ley de Reforma Agraria, y a un año y medio, al 31/12/53, las tierras expropiadas eran 475,356 manzanas, incluidas las de la UFCO y su subsidiaria CAG. Además, fue fundado el Banco Nacional Agrario que suministraba créditos blandos y supervisados, en condiciones tales que cuando ya vencí­a su plazo, la cosecha estaba lograda, así­ como la cancelación del préstamo. Reforma Agraria que reparaba el despojo que los colonizadores hispanos habí­an cometido de las tierras de los pueblos, indí­genas, precolombinos y continuado hasta 1944. El imperio norteamericano, invadió militarmente Guatemala, por la expropiación de las mal habidas tierras a la transnacional UFCO y derrocó al presidente írbenz.

INVIOLABILIDAD DE LA SOBERANíA. Guatemala desde el siglo XVI habí­a sido colonia español, hasta que en 1821 se declaró independiente, pero manteniendo los dirigentes criollos la misma mentalidad colonial, pues se planteó la adhesión de Guatemala al Imperio de Agustí­n de Iturbide, o sea a México. Razón por la cual la verdadera Acta de Independencia es la de 1823, que proclamó la Independencia «de España, de México y de cualquiera otra potencia del Antiguo o del Nuevo Mundo», o sea del Imperio Yanqui.

Ya hemos visto que también hemos estado bajo el dominio de la Gran Bretaña, que nos arrebató el territorio de Belice y del alemán, tanto en la época de los monarcas kaiserianos, como del nazi-fascista, Adolfo Hitler.

El único perí­odo de nuestra historia, en el que las autoridades del Estado mantuvieron incólume la soberaní­a nacional y nuestra Patria no fue dominada por ninguna potencia extranjera, fuese capitalista, fascista o comunista, ha sido la década 1944-1954, lo cual basta para proclamar al proceso democrático-popular, adversario de la discriminación, tanto racial, de género, como social, de la Revolución del 20 de Octubre de 1944, como la gesta más grandiosa de la historia patria.