En el primer artículo informé del acto organizado por el Dr. Jorge Solares Director de la Dirección General de Extensión Universitaria de la Usac, con motivo del cuadragésimo aniversario de dicha Dirección General, habiéndonos designado a universitarios que fuimos servidores de los gobiernos de la Revolución del 20 de Octubre de 1944 (Oscar Barrios Castillo, Carlos González Orellana, Efraín de León y a mí como conferencistas) y a mí me correspondió tratar de los siguientes temas: Política Económica de la Revolución, Trabajo y Previsión Social, Reforma Agraria e Inviolabilidad de la Soberanía.
En el artículo anterior inicié la publicación del primer tema, que ahora continúo:
POLíTICA ECONí“MICA DE LA REVOLUCIí“N
DEL 20 DE OCTUBRE DE 1944 (continuación…)
El presidente Arévalo y el equipo revolucionario gubernamental tuvieron el acierto de aprovechar la oportunidad que brindaba la temporal alianza de las tres grandes potencias , dos de ellas capitalistas, la Gran Bretaña y los Estados Unidos de América, y la otra socialista, la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), que habían derrotado al eje totalitario fascista (Alemania, Italia y Japón), de aplicar en Guatemala una política económica y social similar a la del presidente Roosevelt, el New Deal, el Nuevo Trato, de signo del sistema de «well fare state», o sea «estado de bienestar», que se proponía mejorar las condiciones de vida de las familias de clases sociales empobrecidas. Aún no había iniciado el imperialismo yanqui la guerra fría contra la Unión Soviética, y hábil y patrióticamente los revolucionarios guatemaltecos decidieron la política económica nacional, de corte PROTECCIONISTA. Ahora, para los neoliberales, foráneos y del país, la política proteccionista es, cínicamente, inaceptable, porque repudia «el dejar hacer, el dejar pasar» de los fisiócratas del siglo 21, que piensan como sus homólogos del siglo XVIII, pero sobre todo porque es falso que ellos actúen siempre de acuerdo, a su ideología que blasonan, porque se basa en las armoniosas reglas del mercado libre, ya que, tanto los Estados Unidos de América como los Estados europeos, mantienen las actividades económicas agrícolas, súper protegidas, en perjuicio de los países del tercer mundo, incluso a Guatemala.
Gracias a esa política proteccionista, durante la Revolución, fue posible que los industriales guatemaltecos dispusiesen del mercado interno, pues lejos de hacer lo que actualmente se hace: propiciar y ampliar las importaciones, la política proteccionista revolucionaria, las restringía e incluso las prohibía. Y, también merced a ella, nunca hubo crisis de soberanía alimentaria. Ni fue nunca necesario contraer deuda pública, interna o internacional. Además, ese proteccionismo facilitó la diversificación de la producción agrícola. Ya no sólo el café era exportable, también, como resultado de nuevos cultivos, también el algodón, la citronela, el cardamomo, que también eran materia prima de la industria nacional.