Exposición: El judío en la caja


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Casi 70 años después del Holocausto, no hay un asunto más delicado en la sociedad alemana que el papel que desempeñan los judíos en ésta. Con menos de 200 mil judíos entre los 82 millones de habitantes del país, pocos alemanes nacidos después de la Segunda Guerra Mundial conocen algún judío o saben algo de ellos.

Por KIRSTEN GRIESHABER BERLIN / Agencia AP

Para ayudar a educar a las generaciones nacidas tras la guerra, una exposición que permanecerá abierta hasta agosto incluye a una persona judía que se sienta dentro de una caja de cristal por dos horas al día, en las que responde a las preguntas de los visitantes sobre los judíos y su cultura. En la base de la caja está escrita la pregunta, «¿todavía hay judíos en Alemania?».

«Muchos de nuestros visitantes no conocen a ningún judío y tienen preguntas que quieren hacer», dijo la funcionaria del Museo Judío, Tina Luedecke. «Con esta exposición le damos una oportunidad a la gente para conocer más de los judíos y de su cultura».

Pero no todos creen que poner a un judío en exhibición es la mejor manera de crear entendimiento y respeto mutuo.

La exposición «La verdad total, todo lo que quería saber de los judíos» se inauguró este mes. Desde entonces, «El judío en la caja», como le dice la gente a la pieza, ha sido objeto de críticas de la comunidad judía, especialmente en la ciudad donde los nazis orquestaron la muerte de 6 millones de judíos hasta la muerte de Adolf Hitler en 1945.

«Por qué no les dan un plátano y un vaso con agua, les suben la temperatura y hacen que el judío se sienta a gusto en su caja de cristal», dijo Stephan Kramer uno de los integrantes prominentes de la comunidad judía de Berlín. «De hecho me preguntaron si quería participar, pero les dije que no estoy disponible».

La exposición recuerda al nazi Adolf Eichmann sentado en una cabina de cristal durante su juicio de 1961 en Israel, el cual llevó a su ejecución. Y es mucho más provocadora que la pieza de la actriz británica Tilda Swinton, durmiendo en una caja de cristal en el Museo de Arte Moderno de Nueva York.

Eran Levy, un israelí que ha vivido en Berlín por años, se sintió horrorizado ante la idea de presentar a un judío como una pieza de museo, incluso si es para responder las preguntas de los alemanes sobre los judíos.

«Es algo horrible, completamente degradante y no ayuda para nada», dijo. «El Museo Judío erró completamente si quería hacer algo para mejorar la relación entre los alemanes y los judíos».

Pero varios de los voluntarios, incluyendo judíos alemanes e israelíes que residen en Berlín, dijeron que la experiencia en la caja es apenas distinta a lo que viven siendo judíos en el país de donde surgieron los nazis.

«Ya que somos tan pocos inevitablemente te sientes como una pieza de exhibición», dijo el voluntario Leeor Englander. «Si te han ‘señalado’ como judío siempre tienes que ser el experto y responder todas las preguntas relacionadas a la religión, Israel, el holocausto y demás cosas».

La curadora del museo Miriam Goldmann, quien también es judía, cree que la perspectiva provocativa de la exposición es la mejor manera de superar barreras emocionales y lidiar con un tema que sigue siendo doloroso para los judíos y los demás.

«Queríamos provocar, eso es cierto, y algunas personas podrían considerar que la exposición es escandalosa o cuestionable», dijo Goldmann. «Pero eso nos parece bien».

El estilo provocador es evidente en el resto de la exposición, incluyendo algunas partes que presentan abiertamente estereotipos de los judíos comunes no sólo en Alemania, sino en otras partes de Europa.

Una incluye un letrero que pregunta si los judíos se consideran un pueblo elegido e incluye un poema del autor judío Leonard Fein: «Qué raro que Dios escogió a los judíos, pero, ¿cómo podíamos negarnos».

En otra parte se pide a los visitantes expresar su opinión sobre preguntas como «¿los judíos son especialmente guapos, influyentes, inteligentes, cuidadosos con los animales o buenos para los negocios?».

A pesar de las críticas el «Judío en la caja» ha demostrado ser un éxito entre los visitantes.

Recientemente varias personas volvían para preguntarle más cosas a Ido Porat, un israelí de 33 años sentado dentro de la caja en una banca blanca con un cojín rosado.

Una mujer quería saber qué debía llevar a sus anfitriones para la cena de Shabbat en Israel. Otra le preguntó por qué sólo los hombres judíos y no las mujeres usan yarmulkes. Una persona más preguntó sobre el judaísmo y la homosexualidad.

«Creo que debería preguntarte sobre la relación entre los judíos y los alemanes», dijo el visitante Diemut Poppen a Porat. «Los alemanes tenemos muchos complejos sobre los judíos».

Viola Mohaupt-Zitfin, de 53 años, preguntó si Porat se sentía bienvenido como judío, viviendo entre alemanes, «tomando en cuenta nuestro pasado y todo lo demás».

Sí, dijo Porat, Alemania es un buen lugar para vivir, incluso como judío. Pero el país podría hacer más para reconciliarse con su pasado nazi, agregó. A la viajera le aconsejó que lleve cualquier cosa excepto cerdo para la cena de Shabbat.

«Me sentí un poco como un animal de zoológico, pero en realidad así es como se siente ser un judío en Alemania. Eres un objeto interesante para la mayoría de la gente aquí», dijo Porat.