EXPO-2010 DE SHANGHAI


Vista de una estructura en el pabellón suizo en la Expo Mundial de Shanghai. FOTO LA HORA: AFP PHILIPPE LOPEZ

En medio de las obras para la próxima Exposición Universal de Shanghai, el arquitecto Andreas Bruendler parece evocar un sueño, pero en realidad describe su proyecto para el pabellón suizo.


Una opción de muro para exteriores. FOTO LA HORA: AFP PHILLIPPE LOPEZUna imagen creada por computadora de edificios británicos. FOTO LA HORA: AFP

Un telesilla llevará a los visitantes, a través de un inmenso pozo, hasta el techo cubierto de césped, para luego bajarlos hasta el interior de la estructura. En los lados, las tejas exteriores contienen células solares de resina de soja.

«Son pilas», dice Bruendler, explicando que un visitante que utilice un flash para fotografiar el pabellón puede desencadenar una reacción en cadena de las luces del edificio.

«Con una «construcción», algo así­ tendrí­a que durar 20, 40, 60, 100 años. La duración limitada del pabellón en la exposición nos da una oportunidad de pensar en las evoluciones futuras de la arquitectura», afirma.

Unos 200 paí­ses participarán en la Exposición Universal de Shanghai entre mayo y octubre próximos, y se esperan 70 millones de visitantes.

Como los pabellones son concebidos a menudo para la duración de la exposición, los arquitectos pueden permitirse todas las fantasí­as.

Katerina Dionysopoulou, arquitecta del pabellón británico, explica que éste fue concebido a partir del proyecto de banco de granos (Millennium Seed Bank) del Jardí­n Botánico real de Londres, cuyo objetivo es conservar semillas para preservar las plantas amenazadas de extinción.

El resultado, una mezcla de jardí­n victoriano y universo de ciencia ficción, resulta encantador.

Los conceptores quisieron realizar un lugar «tan diferente de todo que la gente se dirigiera hacia él», dice Dionysopoulou. «Decidimos poner en cápsulas todos los granos como el ADN en el ámbar en «Jurassic Park»», añade.

«Los ponemos dentro de ramas de acrí­lico de 7,5 m. Durante el dí­a, la luz los hará brillar y, durante la noche, habrá un LED (diodo electroluminiscente) incorporado».

Después de las licitaciones y de meses de obras, las construcciones surgidas de la fértil imaginación de los arquitectos de todo el mundo empiezan finalmente a adquirir forma y realidad.

Para el pabellón italiano, el arquitecto Giampaolo Imbrighi se inspiró del juego de Mikado, llamado «Shanghai» en Italia: entre las figuras geométricas que componen el edificio, estrechos senderos recuerdan los palitos chinos del Mikado desparramados, pero también las callejuelas tí­picas de las ciudades chinas e italianas.

Un nuevo material, un «cemento transparente», fue utilizado en la construcción, lo que le permite cambiar de aspecto a lo largo del dí­a.

«Los distintos grados de transparencia permiten ver la luz interior desde el exterior y viceversa», cuenta Imbrighi.

El arquitecto finlandés Teemu Kurkela eligió también nuevos materiales para el pabellón, una especie de enorme bol blanco que evoca un «kirnu» («marmita de gigante» en finlandés), palabra que designa una cueva rocosa natural de las costas marí­timas.

Como el mármol blanco es muy caro, el equipo finlandés improvisó y «la superficie del pabellón está realizada con desechos industriales», dice el arquitecto. Se trata de «papel impermeabilizado con plástico. Un producto nuevo, concebido para el pabellón», añade.

Algunos pabellones, como el finlandés, serán desmontados después de la Expo, transportados y reconstruidos y reutilizados en otras partes.

En opinión de Kurkela, las limitaciones impuestas por los plazos y los presupuestos tornan a los arquitectos aún más creativos.

«O quizá sea simplemente que estamos locos», comenta.