Explandas de las mezquitas se convierten en un polvorí­n


Un soldado israelí­ dispara descargas de gas en contra de manifestantes palestinos en los enfrentamientos de West Bank y Jerusalén. La policí­a se enfrentó por toda la parte vieja de la ciudad santa, cercando a los manifestantes cerca de la mezquita Al-Aqsa. FOTO LA HORA: AFP ABBAS MOMANI

Miles de policí­as estaban hoy nuevamente desplegados en Jerusalén después de dos dí­as de enfrentamientos con jóvenes palestinos generados en torno a la explanada de las mezquitas, un polvorí­n polí­tico-religioso en pleno centro de la Ciudad Santa.


Un manifestante palestinos lanza piedras contra la policí­a israelí­. FOTO LA HORA: AFP JONATHAN NACKSTRAND

«Comenzó la batalla por la soberaní­a (israelí­) de Jerusalén y en particular del Monte del Templo», como llaman los judí­os a la explanada de las Mezquitas, declaró a la radio pública el ministro Sylvan Shalom, que remplaza al jefe del gobierno.

De su lado, la Autoridad Palestina del presidente Mahmud Abas condenó las «provocaciones» de extremistas judí­os que quieren «cambiar el carácter de la explanada».

El Hamas islamista, que controla la franja de Gaza, llamó por su parte a «reactivar la Intifada para defender Al-Aqsa».

La explanada, donde se sitúan las mezquita Al-Aqsa y la Cúpula del Peñón, es el tercer santuario del islam después de La Meca y Medina.

Construida sobre el templo judí­o destruido por los romanos en el año 70 de la era cristiana, cuyo principal vestigio es el Muro de las Lamentaciones, es también el lugar más sagrado para los judí­os.

La policí­a mantuvo el acceso limitado de la explanada autorizándolo sólo a los musulmanes de más de cincuenta años y a condición de ser árabes israelí­es o residentes en Jerusalén-Este anexado por Israel desde 1967, según la fuente.

La policí­a también mantuvo la prohibición del acceso a la explanada a los visitantes judí­os y cristianos.

Desde 2003, la policí­a israelí­ autoriza el acceso a la explanada a grupos de visitantes, sin coordinación con la Oficina de bienes musulmanes (WAQF) encargada de los santos lugares, pero prohí­be que los judí­os vayan a orar allí­.

«Debimos mantener el estado alerta y nuestro despliegue masivo debido a una serie de incidentes el lunes en la noche, que llevó a la detención de unos veinte palestinos», declaró a la AFP el portavoz de la policí­a local Shmuel Ben Rubi.

Miles de policí­as y guardafronteras también fueron desplegados en Jerusalén oeste y en la zona este, ocupada y anexada por Israel, para proteger la «marcha de Jerusalén», manifestación anual que atrae a miles de participantes israelí­es y extranjeros.

Este evento deportivo y popular se ha hecho cada vez más nacionalista en los últimos años, luego que en 1981, Israel decretó que Jerusalén era «capital indivisible de Israel», a pesar de la oposición de la comunidad internacional.

La marcha se lleva a cabo cada año con motivo del Succot, la Fiesta de las Cabañas o Tabernáculos, que conmemora el tiempo en que los hebreos erraron por el desierto después de salir de Egipto.

El desfile debe recorrer en particular los barrios árabes de Jerusalén oriental.

Si la Ciudad Santa estuvo en relativa calma el lunes, diversos incidentes esporádicos -sobre todo lanzamiento de piedras – se produjeron en otros lugares durante la noche. Unos veinte palestinos fueron detenidos.

Los primeros incidentes se produjeron a fines de septiembre en Jerusalén este, resultando unos treinta heridos.

Los palestinos protestaban contra la intrusión de peregrinos judí­os en la explanada, que según la policí­a no eran más que turistas.

Fue una visita del jefe de la derecha israelí­, Ariel Sharon a la misma explanada, el 28 de septiembre de 2000, lo que desencadenó la segunda Intifada, llamada «Intifada Al-Aqsa» que se extendió a todos los Territorios palestinos.