Al navegar por el ciberespacio encontré una información en el sitio forum@forumenlinea.com que me causó asombro y me insta a compartirlo con mis contados lectores aunque parcial y resumida, con el título “Los ingresos de los 100 más ricos del mundo acabarían 4 veces con la pobreza”.
En la estructura de la noticia me entero que los 240 mil millones de dólares de ingresos netos que sólo el año pasado acumularon las 100 personas más ricas del mundo, podrían acabar cuatro veces con la pobreza extrema en todo el planeta. Además, el 1% de las personas más pudientes del orbe han incrementado sus ganancias en 60% durante los últimos 20 años y la crisis financiera no ha hecho más que acelerar esa tendencia, siguiendo los dictados del capitalismo salvaje.
Esos son datos que contiene el informe “El coste de la inequidad: cómo la riqueza y los ingresos extremos nos dañan a todos”, publicado por Intermón Oxlan, cuyo estudio advierte que la riqueza y los ingresos extremos no sólo no son éticos, sino que, además, son económicamente ineficientes, políticamente corrosivos, dividen a la sociedad y son destructivos del medio ambiente.
El informe cita a José María Vera, director general de Intermón Oxfam, quien afirma que “No podemos seguir fungiendo que la generación de la riqueza por unos pocos beneficiará al resto, sino que es contrario a lo que ocurre en la realidad. La concentración de recursos en las manos del 1% más rico debilita la actividad económica y hace la vida más difícil para el resto (de los habitantes (de la Tierra), particularmente para los más vulnerables y los más pobres”.
“En un mundo en el que incluso los recursos más básicos, como la tierra y el agua, son cada día más escasos –prosigue-, no podemos permitirnos concentrar activos en las manos de unos pocos y dejar a la mayoría pelear por lo que queda”. Y es que se estima que cada una de las personas del selecto grupo del 1 por ciento más rico del planeta utiliza 10 mil veces más carbono que un ciudadano estadounidense, por ejemplo.
Como paradigmas de la tendencia contraria se encuentra Brasil, que ha crecido rápidamente al tiempo que reducía la desigualdad, así como el éxito histórico en Estados Unidos en los años 30 del siglo pasado, cuando se implantó el New Deal del presidente Franklin Delano Roosevelt, que ayudó a reducir la desigualdad y a atajar los intereses espurios. “Necesitamos un New Deal global para revertir décadas de incremento de la desigualdad”, señala Vera.
En el caso de Guatemala, el problema es más asfixiante. Más de 800 mil familias viven en 578 asentamientos irregulares, 145 de los cuales se encuentran en lugares de riesgo, tales como laderas, barrancos y a orillas de ríos, expuestos a las inundaciones. Además, Guatemala es uno de los países más desiguales del mundo. Alrededor del 80% de la tierra productiva sigue en manos del 5% de la población, mientras que la mitad de los 14 millones de habitantes del país vive en la pobreza y el 17% en la indigencia, según datos fidedignos de la ONU.
Decenas de miles de familias subsisten con Q15 al día, imposibilitándoles a satisfacer sus necesidades más básicas, puesto que a la pobreza se añade la desnutrición infantil, desempleo, analfabetismo, ingresos menores al salario mínimo, especialmente en el área rural.
(El acomodado patrón del jardinero Romualdo Tishudo le presume:-Aquí en mi residencia comemos a la carta; lo que pedimos nos sirven. Mi paisano pobretón le comenta: -En mi rancho también; come más el que saca la carta mayor del naipe).