Ex Presidente argentino condenado a prisión perpetua


En el marco del bullicio y la fantasí­a de las fiestas de Navidad, se han minimizado o han pasado por alto algunos sucesos de carácter internacional de gran importancia para el futuro de la democracia en América Latina como la reciente condena a prisión perpetua del ex Presidente de facto de Argentina, general Jorge Videla, quien encabezó una de las dictaduras de mayor terror en la región del Cono Sur.

Félix Loarca Guzmán

Según la agencia argentina de prensa, Argenpress, el Tribunal Oral No. 1 de Córdoba, dictó una sentencia condenatoria contra el referido militar al encontrarlo culpable de los delitos de tormentos, homicidio y privación ilegal de la libertad por hechos ocurridos en esa provincia durante el último régimen de facto entre 1976 y 1983.

De conformidad con el fallo judicial, el ex presidente Videla deberá cumplir la pena en una cárcel común. El Tribunal también condenó a la misma pena al ex jefe del Tercer Cuerpo del Ejército, Luciano Benjamí­n Menéndez.

En el caso de Argentina hay que recordar que los militares que llegaron al poder mediante un golpe de Estado, gobernaron a sangre y fuego cometiendo las peores atrocidades en contra de sus opositores polí­ticos. Para cubrirse las espaldas, promovieron la emisión de dos leyes que los exoneraban de toda responsabilidad en esos atropellos a los derechos humanos. Fueron conocidas como la Ley de Punto Final y la Ley de Obediencia Debida.

Sin embargo, durante el gobierno democrático y progresista del presidente Néstor Kirtchner, recientemente fallecido, se logró la derogatoria de ambas leyes, abriendo la posibilidad para que los familiares de los miles de masacrados, torturados y desaparecidos, pudieran llevar a los tribunales a los militares responsables. Desde entonces, comenzaron las acciones judiciales y numerosos represores ya están en la cárcel.

En el contexto de la guerra sucia que los militares argentinos libraron en contra de su propio pueblo, destacan los llamados vuelos de la muerte. Eran aviones que transportaban a prisioneros polí­ticos bajo sedantes, a quienes lanzaron vivos en alta mar para que se los comieran los tiburones.

A pesar de que hay suficientes investigaciones sobre las barbaridades cometidas, el general Videla tuvo el descaro de insistir en la penúltima audiencia del juicio, que el ejército que comandó libró contra la subversión «alentada por la Unión Soviética» una «guerra interna» que aún no ha terminado, porque «quienes fueron derrotados militarmente se encuentran hoy ocupando los más diversos cargos en el Estado». Con esa teorí­a justificó el terrorismo de Estado desplegado por su gobierno desde el golpe del 24 de marzo de 1976. ¡Qué desfachatez!