Evolución o rebelión


Eduardo-Villatoro-2013

Las ideas expresadas en columnas de prensa, cuando el autor aborda problemas o conflictos de especial trascendencia para la colectividad, desde mi perspectiva sólo cobran cierta relevancia cuando los textos son objeto de lectura de los usuarios de los diarios impresos, y en la actualidad de quienes acceden a los portales cibernéticos, porque las nuevas vertientes de la tecnología electrónica y mediática han ampliado los anteriormente restringidos espacios en los  medios de comunicación, deviniendo en una especie de foro en el cual los ciudadanos que no tenían acceso a esos ámbitos, ahora participan en el debate de cualquier tema que se ventile.

Eduardo Villatoro


Traigo a cuenta estas empíricas observaciones en torno a esta modalidad, a propósito de acotaciones que ingresaron a mi artículo del sábado anterior, en el que enfoqué la insolencia, abuso, prepotencia y otros desmanes de funcionarios públicos que dilapidan recursos del Estado en viajes turísticos o perciben salarios desproporcionados, mientras que alrededor del 55 % de los guatemaltecos vive en pobreza o en indigencia, lo que me condujo a  titular la columna con esta expresión ¡¿Hasta cuándo, guatemaltecos, hasta cuándo?!
  
Algunos de mis contados lectores aprovecharon esa frustración para dar a conocer sus posiciones respecto a lo que podría esperarse de los habitantes de este explotado país, algunos de los cuales se muestran exasperados por el fracaso del endeble sistema democrático representativo imperante, y otros aún están confiados que puede rescatarse la confianza en este mecanismo político, como el caso de don Javier Medina, quien señala que: Si yo fuera comunista respondería a ese artículo así “Hagamos la revolución, asesinemos, encarcelemos o exiliemos a cuanto funcionario capitalista, o a cuanto representante del sistema corrupto exista. Destruyamos esta democracia burguesa y empecemos de cero para crear la sociedad del futuro, al hombre nuevo”. 

Pero sería una racha de violencia que al final terminaría creando otro grupo de privilegiados, como la boliburguesía en Venezuela. Sería suplantar un sistema corrupto por otro de sangre y represión total. La respuesta a nuestros problemas es más democracia, o sea organizaciones populares e intelectuales capaces de cuestionar a los funcionarios corruptos, de llevarlos a la cárcel, neutralizar a los politiqueros mafiosos. La democracia tiene formas de superar sus propios problemas, incluso la rebelión, pero la rebelión pacífica.
  
Frente a esa voluntad apaciguadora, se alzan  exacerbadas voces de lectores  decepcionados que claman por un cambio radical del estatus quo, como el señor Mario Solórzano: “Se ha comprobado en el curso de la historia que movimientos ‘pacifistas’ equivalen a nada. Sólo una guerra civil o una revolución pueden cambiar el sistema…De lo contrario, podemos continuar esperando por años y seguiremos en lo mismo”
   El lector Saúl Eleazar asume una posición intermedia: “Los guatemaltecos ya no acudamos a las urnas a seguirle la fiesta a las vírgenes caciferas. Entendamos que todos los candidatos a Presidente los pone el CACIF. Ni uno solo es de la clase pobre. Los que nos imponen es una variedad de lo mismo. Y así será en las próximas elecciones”.
  
Esos razonamientos coinciden en críticas al sistema, aunque difieren de la forma de superar la crisis, pero exponen, en alguna medida, el pensamiento de los guatemaltecos ante la incapacidad y corrupción gubernamentales.
  
(La creyente mujer del bloguero Romualdo Tishudo lo amonesta:- Si seguís escribiendo en el portal de La Hora que las cosas irán empeorando, tenés muchas posibilidades de convertirte en profeta)