Al uso de doble rasero algunos le llaman, con justa razón, doble moral y es que es aquello de ver la paja en el ojo ajeno, pero no darse cuenta de la viga en el propio. Hace ocho años, los esposos Colom criticaron a Ríos Montt por su afán de inscribirse y la señora Torres de Colom participó en manifestaciones públicas para reclamar a la Corte de Constitucionalidad respeto a las normas de la Carta Magna violentada por la ambición del dirigente del FRG.
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Hoy, cuando se plantea su propia candidatura en violación de la misma norma, del mismísimo artículo de la Constitución, pretendió jugarle la vuelta con un divorcio en fraude de ley, figura que no está tipificada así como delito por el Código Penal, sino que se menciona en la Ley del Organismo Judicial como elemento de nulidad en negocios jurídicos.
No se aplica, de ninguna manera, el mismo rasero para juzgar situaciones iguales ante la ley. Con el agregado de que la prohibición para Ríos Montt es de por vida y la que pesa sobre la señora Torres es únicamente para esta elección porque para la próxima ella no será pariente del Presidente de la República.
Ayer se vivió una de esas cuestiones violentas que nos marcan como país de salvajes, cuando un guardaespaldas de la hija de Pérez Molina disparó contra un agente de la Policía Municipal de Tránsito frente al hospital privado El Pilar. Nada puede justificar esa agresión y es indispensable que la gente del Partido Patriota asuman la responsabilidad no sólo de cubrir los gastos médicos que ocasione el tratamiento del agente, sino que ayuden a identificar plenamente al responsable y a que sea juzgado como corresponde. El hecho es absolutamente condenable y siembra dudas sobre el control que se tiene en los partidos políticos sobre temas tan especiales como el de la gente a la que se contrata para temas de seguridad.
Y en cuestión de pocos minutos se presentó al lugar el alcalde ílvaro Arzú, indignado por el brutal ataque. Creo que hizo bien Arzú en llegar a solidarizarse con el agente de la PMT y que tenía que condenar el hecho, pero por tratar de sacarle raja política frente a su principal adversario en la lucha por la Alcaldía, empezó a hablar y allí metió la pata porque también él demostró el doble rasero.
Cuando recién había sido investido Presidente, personal de su seguridad mató a Pedro Sas Rompich, un lechero que conducía su vehículo de trabajo por la carretera. Ese mismo día dijeron que había habido un intento de magnicidio y que el Estado Mayor mató al frustrado asesino. Cuando se desmoronó el infundio, dijeron que el lechero iba ebrio y que por poco mata a la esposa del Presidente, la actual candidata presidencial del Partido Unionista. Luego se demostró que eso era falso y una nota del diario El País así lo reportó no sólo a sus lectores españoles sino al mundo entero tras una investigación.
Cuando Arzú dijo que era inhumano disparar contra un hombre desarmado como el agente de la PMT tenía razón, pero se le olvidó que su propia seguridad hizo exactamente lo mismo con Pedro Sas Rompich, un lechero que no portaba ni siquiera un corta uñas cuando fue muerto en lo que presentaron como un atentado contra la vida misma del Señor Presidente y de su esposa.
Arzú y su Estado Mayor nunca se retractaron de la información inicial y jamás se admitió públicamente que había sido un error, mucho menos que se trató de un ataque inhumano contra una persona desarmada.