La Eurozona se encontraba hoy otra vez en el ojo de la tormenta, con un duro plan de ahorro que debía ser aprobado en Irlanda, una huelga general en Portugal y una presión creciente de los mercados sobre España, obligada a pagar altísimos intereses para refinanciar su deuda.
Tras la crisis de la deuda griega en la pasada primavera boreal, ahora es el turno de Irlanda de hundirse bajo las deudas tras las inyecciones de dinero que dio a sus bancos y sembrar el pánico en Europa.
Los inversores temen otra vez un contagio a otros países de frágil situación financiera, como Portugal o España, y el euro se cotizaba en baja hoy, a 1,3335 dólares, contra 1,3364 USD anoche.
Hay «sin duda» un «abismo» entre las situaciones económicas de España e Irlanda, declaró hoy el secretario español de Estado de Economía, José Manuel Campa, en un nuevo intento del gobierno socialista por paliar las preocupaciones de los mercados de los últimos días.
Sin embargo, la tasa de interés de las emisiones de deuda española superaba hoy el 5% por primera vez desde 2002. La Bolsa de Madrid cerró ayer con una pérdida del 3,05%, con números rojos por tercer día consecutivo, con la caída más pronunciada en Europa.
Portugal también se hallaba en dificultades debido a su enorme déficit público, en momentos en que el gobierno socialista de José Sócrates trata de imponer una difícil cura de austeridad.
Las tasas de las emisiones de este país, donde este miércoles se llevaba a cabo una huelga general que podría ser la más grande de los últimos 20 años, se elevaban a 6,909% (18 puntos de base más que el martes por la noche).
En Dublín, el gobierno, al borde de la implosión, tenía previsto presentar el miércoles por la tarde un plan de rigor draconiano tendiente a dividir por diez el déficit público hacia 2014, del récord de 32% del PIB (Producto Interior Bruto) previsto para este año a un 3%, límite tolerado por las reglas de la Unión Europea (UE).
Tras un recorte de las prestaciones familiares y los subsidios al desempleo, e importantes supresiones de empleos públicos, el nuevo programa quiere ir aún más lejos reduciendo el salario mínimo.
Este plan es presentado como la condición para el otorgamiento de la ayuda financiera internacional acordada el domingo por la UE y el Fondo Monetario Internacional (FMI).
El monto de la ayuda alcanzaría los 85.000 millones de euros (113.700 millones de dólares) e incluiría la imposición de un impuesto a los bancos responsables de la crisis, según los medios de prensa irlandeses.
Pero los ajustes y las tensiones no se limitan a los países «periféricos» de la Eurozona.
En Francia, el primer ministro Franí§ois Fillon presentaba el miércoles ante la Asamblea Nacional las prioridades de su nuevo gobierno, entre ellas una amplia reforma fiscal.
Fillon tenía previsto insistir en su voluntad de «reducir los déficits y la deuda» de Francia.
El gobierno conservador del presidente Nicolas Sarkozy propone duros recortes para reducir el déficit del Estado en 2011 de 152.000 a 92.000 millones de euros.
Tampoco Gran Bretaña estaba al margen de las preocupaciones, y el miércoles los estudiantes llevaban a cabo una jornada de acción para denunciar el aumento de los gastos de inscripción para la universidad.
El gobierno irlandés daba a conocer hoy un drástico plan de ajuste para dividir por diez su colosal déficit público hasta 2014, presentado como la condición previa del rescate internacional de la isla y temido por una población que ya ha tenido que hacer muchos sacrificios.
Las nuevas medidas de rigor buscan ahorrar 15 mil millones de euros (20 mil millones de dólares), o alrededor de 10% del Producto Interior Bruto (PIB) en cuatro años.
El objetivo es reducir el déficit público irlandés hasta el 3% exigido por la Unión Europea (UE). Este debe alcanzar en 2010 un récord de 32% del PIB, debido a los 50.000 millones de euros (66.500 millones de dólares) que Irlanda tuvo que inyectar en sus bancos para salvarles de la quiebra.
El plan de ajuste es una condición previa ineludible a una ayuda de la UE y del Fondo Monetario Internacional (FMI) que está ultimándose.
Según la prensa irlandesa, el rescate internacional ascenderá a 85.000 millones de euros (113.700 millones de dólares), una parte del cual se dedicará a recapitalizar los bancos irlandeses. Representa «20.000 euros» por irlandés, calculó el diario Irish Sun.
En contrapartida, Irlanda debe demostrar que puede sanear sus finanzas. La adopción del plan de rigor y del presupuesto que marca su entrada en vigor es «esencial», dijo el martes el comisario europeo de Asuntos Económicos, Olli Rehn.
La agencia de calificación financiera Standard and Poor»s (S&P) rebajó en dos escalones la nota de la deuda a Irlanda, a «A» contra «AA-» previamente.
La ayuda a Irlanda está condicionada a «medidas que hay que tomar para que el país vuelva al camino de la estabilidad» de las finanzas públicas, advirtió el miércoles la canciller alemana Angela Merkel.
Los 4,3 millones de irlandeses, que ya han sido sometidos a tres planes de rigor desde el inicio de la severa recesión que sufrió su país en 2008, temen el nuevo plan de ajuste que incluye medidas de ahorro por valor de 10.000 millones de euros y otros 5.000 millones en impuestos.
Según la prensa, las prestaciones por desempleo y por hijo se reducirán un 5%. También se suprimirán unos 25.000 empleos públicos y se bajará un 12% el sueldo mínimo. Además, el plan incluirá un aumento del impuesto sobre la renta y nuevos impuestos.
«La vida va a ser insoportable», estimó Eamon Devoy. Seguramente provocará «desórdenes sociales», aseguró el responsable del TEEU, uno de los principales sindicatos de país que respalda una manifestación convocada para el sábado.
Al descontento por el plan de rigor se suma la «humillación» que siente la población por haber tenido que pedir ayuda exterior. El miércoles, el ministro de Transportes, Noel Dempsey, descubrió un inmenso «Traidores» escrito con grandes letras rojas en la fachada de una de sus oficinas.
El alcance de la austeridad suscita temores sobre la economía irlandesa. «El plan va a matar las escasas posibilidades de recuperación de Irlanda», escribió el economista David McWilliams en el diario Irish Independent.
La crisis financiera ha sido agravada, además, por una crisis política.
El primer ministro Brian Cowen dispone de una mayoría teórica de tres votos en el parlamento. Pero con la coalición al borde del colapso, tuvo que anunciar el lunes elecciones anticipadas para el año próximo.
Con esta medida espera ganar el tiempo necesario para permitir la adopción del presupuesto que será presentado al parlamento el 7 de diciembre y votado por los diputados a principios de 2011. La oposición sigue no obstante pidiendo su dimisión.
Maestros y profesores, bomberos, empleados ferroviarios, artistas, pilotos y médicos se unieron el miércoles en Portugal para protestar contra el plan de austeridad del gobierno socialista, en la mayor huelga general de la historia del país, según los sindicatos.
«Es la mayor huelga jamás realizada, más importante que la de 1988», año en que se convocó la última huelga general unitaria en Portugal, afirmó el secretario general de la central sindical UGT, Joao Proení§a.
Las dos principales centrales sindicales portuguesas CGTP y UGT, unidas por primera vez en 22 años, convocaron una huelga general para este miércoles en protesta contra la política de austeridad impuesta por el gobierno para reducir los déficits públicos y tranquilizar a los mercados financieros.
El sector de transportes era el más afectado, en particular el aéreo, con todos los aeropuertos paralizados, sin ningún vuelo de llegada o salida previsto.
Tres de cada cuatro trenes no circulaban y tampoco lo hacían casi dos tercios de los autobuses.
En Lisboa, no circulaba ningún metro.
La huelga afectaba también mucho a los sectores de la salud y la educación.
«En la gran mayoría de los casos, la movilización es incluso más fuerte que durante las huelgas sectoriales y no concierne sólo al sector público, sino también al privado», subrayó Proení§a.
De su lado, en primer punto de prensa a las 13H00 GMT, la ministra de Trabajo Helena André calificó la movilización del sector privado de «muy reducida», basándose en «el consumo de la electricidad que no bajó».
Según la ministra, el sector «más afectado» por el movimiento era el de los transportes, con una «tasa de adhesión del 5,9 al 95% según las empresas».
Pero más allá de la amplitud de la huelga del miércoles, la ministra André reafirmó que el margen de maniobra del gobierno era «prácticamente nulo», en momentos en que Portugal se encuentra en la mira de los mercados tras los rescates de Grecia e Irlanda.
La huelga tuvo lugar cuando el parlamento portugués se apresta a votar en forma definitiva el viernes un presupuesto de austeridad sin precedentes para recortar el déficit de 7,3% al 4,6% del PIB (Producto Interior Bruto).
Este plan de ajuste incluye baja de salarios, alza de impuestos y disminución de prestaciones sociales.
Su aplicación daría lugar a una fuerte baja del poder adquisitivo en un país en el que el salario mínimo es inferior a 800 euros.
La última huelga general en Portugal se remontaba a mayo de 2007, pero en la época fue convocada sólo por la CGTP.
Afectado por un crecimiento amorfo en los últimos años, Portugal acusa una deuda pública de 161.000 millones de euros (unos 220.000 millones de dólares), es decir más del 82% de su PIB (Producto Interior Bruto).
España es para muchos expertos una economía «demasiado grande para caer» y que costaría demasiado salvar, pese a una situación financiera preocupante, con la bolsa hundiéndose y las tasas de sus bonos del Tesoro en fuerte alza.
Para salvar de la quiebra a Grecia, la Unión Europea (UE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI) tuvieron que desembolsar 110.000 millones de euros. Para Irlanda, el plan de rescate costará unos 85.000 millones.
El caso español es de otra dimensión: «Costaría hasta 500 mil millones de euros», estimó esta semana la presidenta de la compañía consultora MRL Corporation, Cornelia Meyer, en declaraciones al canal norteamericano CNBC.
«Justo después de Irlanda tenemos a Portugal y luego a España. Y España es el gran pez», juzgó Meyer.
Si la bolsa de Lisboa sufre menos en los últimos días que la de Madrid, esto se debe a que «los mercados han hecho el ejercicio de pensar que ya Portugal, prácticamente, seguro que va tener que recibir ayuda y entonces están mirando al siguiente de la fila», indicó el experto Fernando Hernández, responsable de gestión en el banco Inversis.
«No pasa nada si hay que ayudar Portugal. España es otra historia: son muchos miles millones de dólares los que habría que poner sobre la mesa», explicó Hernández.
Incluso si asegura no haber hecho «una estimación» sobre el tema, el analista Jesús Navarro, de Natixis para el sur de Europa, considera que la cifra de 500.000 millones de euros «no parece sorprendente».
«Como España es unas 4 veces más grande que Irlanda, es una cifra que tiene sentido», coincide Hernández.
Para Kathleen Brooks, directora de estudios de Forex.com en Londres, «tras la crisis de la deuda irlandesa, España se ha convertido en una cuestión central porque los inversores temen que su rescate sea «muy pesado» para la UE y el FMI, si lo abultado de su endeudamiento la pone en dificultad de pagos.
Los analistas de Saxo Bank muestran el mismo pesimismo: «Prevemos que España pida ayuda en 2011. Pero el Fondo no tiene la magnitud requerida para ayudarla, por lo que España necesitaría firmar acuerdos de préstamos bilaterales con Alemania o Francia», indicaron.
«España es el 12% de la economía de la Eurozona, mientras que la suma de Irlanda, Portugal y Grecia es el 6%», subrayó en la misma sintonía el economista Rafael Pampillón, de IE Business School de Madrid.
«España tiene un tamaño que no le permite caer, y financiar España es muy complicado», agregó.
Jesús Navarro afirma que si España «es muy grande para caer», «lo mismo se había dicho en su momento de Lehman Brothers, y (el banco) Lehman Brothers cayó».
Para Fernando Hernández, «si España tuviera que pedir una ayuda en torno de 450.000 millones, el euro sufriría y cabría la posibilidad de que hubiera algun tipo de separación» dentro del espacio de la moneda única, aunque este escenario «es una probabilidad extremamente baja».